Nunca estuve tan seguro de algo en mi vida. Supongo que necesitaba ese susto de "serás papá de nuevo" de mi ex, para casi matarme de un paro cardiaco. No es que no desee otro hijo, pero si voy a ser un estúpido imprudente y olvidarme de un condón al revivir viejas pasiones con Cristel, no quiero que ella tenga el poder de cogerme por las pelotas de nuevo.
—No entiendo por qué quieres hacer esto ahora —se quejó Cressida, sentada a mi lado.
Estábamos en la clínica donde me haría la vasectomía. Tengo cuarenta y tantos, a mi edad ya cumplí muchos requisitos. Me casé a los 18 por embarazar a mi novia de secundaria, me divorcié un año después porque ella no me quería cerca. Tuvimos una hija, que no logré conocer hasta que ella tenía diecinueve años.
Y mientras, hice de mi vida lo que quise. Viajes espirituales, novias fugaces en cada país. Regresé a Londres con más madurez de la que me fui. Quise intentar reparar las cosas con mi ex, pero para ese entonces, Cristel era una perra amarga que solo me usó para darle celos al hombre que ella sí amaba.
Cuando lo tuvo de nuevo, me mandó al diablo. Pero no importa las veces que prometí odiarla, si llama de madrugada, si toca mi timbre, si me pide verla, estoy ahí con una erección que ella se dedica a atender por horas. Y el círculo vicioso no tiene fin. Soy un idiota.
—Bueno, hija —suspiré aburrido, mirándola de reojo—. Me gusta el sexo como recreación, no reproducción.
Cressida arrugó la respingada nariz que heredó de Cristel, en una mueca de asco. Me reí con malicia, cruzándome de brazos.
—Ugh, papá... no quiero saber tus aventuras. Y menos si sigues arrastrándote por mi madre.
—¡Oye!
Mi hija se giró en la silla de espera de la clínica, me miró de frente, la oscuridad en sus ojos verdes, es mía. Y la forma seria de mirarme, también. Veintidós, y es una especie de chica mimada con arranques de madurez. Amo a mi hija, pero después de 19 años ausente, es algo difícil exigirle respeto al hombre que la abandonó en lugar de luchar por ella.
—Lo siento, pero es la verdad. Tú sabes bien que ella está comprometida con Albert. ¿Qué pasará cuando se casen? ¿Te irás con ellos de luna de miel?
Resoplé con pesadez.
Odio que Cristel le haya contado que soy una especie de amante para ella. La mujer trató a Cressida como su amiga toda su infancia, su forma de ser no solo es mi culpa, sino también de ella. Por eso intento recuperarla, hacer de mi hija una mujer de bien, una tarea hercúlea si considero todas las manías de Cressida.
—Cuando te prometí que dejaría de ver a Cristel, lo dije en serio, Cressida —le aseguré convencido—. Si hago esto, es... por precaución.
—Claro —bufó cínica—, ya metiste la pata una vez, hace 22 años, no lo quieres hacer de nuevo.
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...