LAS CUATRO VIDAS
El rapto.
Todo se remonta a los tiempos de la antigua Grecia, poco antes de la época de Plutarco. Donde Greg era otro soldado más del ejército de Atenas, un jinete experimentado que tenía una decisión difícil: seguir bajo el servicio del Estado o desertar y partir con su caudal ahorrado lejos de la guerra. Su pregunta necesitaba una respuesta, y como buen creyente del oráculo, marchó a Delfos en busca de una solución.
En ese entonces, Nina era una de las sacerdotisas recién escogidas para cuidar el templo. Sus dotes de oráculo eran más que inexpertos, y su devoción a Delfos y los dioses aún incierta. Se suponía que como mujer de religión estaba prohibida a los hombres por lo que cubrían sus ojos con una manta para así ignorar la apariencia de sus devotos y concentrarse en sus predicciones, sin embargo, para los hombres era difícil hacer caso omiso de la belleza rubia que paseaba semi desnuda por el templo.
Cuando Greg conoció a la sacerdotisa rubia de ojos vendados, no pudo hacer su demanda. La hermosa mujer lo deslumbró por completo, y sus dudas fueron acalladas en ese instante. Se marchó del templo con una decisión tomada por él mismo. Esa noche raptó a Nina sin dejar cabos sueltos para que no los encontrasen. Escapó con ella a una de las siete islas del mar Egeo, donde tardó una semana en lograr que la rubia dejase de odiarlo por alejarla del templo, y se tomó el resto de su vida amándola porque ella logró perdonarlo...
El regalo.
En el auge de Roma, donde el César era el dios de su pueblo, Greg era uno de sus políticos más cercanos. Único hijo legítimo de su padre, fue inculcado para ser un hombre sabio. Como estratega de guerra, ayudó a la expansión romana hasta la conquista de Britania, pueblo de salvajes. Sus opiniones acertadas congraciaron al César que deseaba retribuir a su político con un regalo insuperable...
Como una rebelde más de su tierra, Nina fue capturada después de luchar contra la legión romana y llevada hasta el epítome de su civilización para ser una esclava disponible en el mercado. En Roma, su cabello dorado y sus estilizadas facciones llamaron la atención de muchos que quisieron comprarla. Sin embargo, fue adquirida para el Emperador, sin que nadie más pudiese objetar.
Cuando Greg llegó a su casa, se sorprendió al ver una pequeña comitiva del César, esperando por entregarle un presente de su emperador. Como cualquier otro político soltero, no había mujer que no hubiese tenido antes. De diferentes ojos, color de tez, y cabello. Pero todas ellas quedaron opacadas ante la visión de la rubia esbelta que quería asesinarlo con esa peligrosa mirada avellana. Le tomó tres meses enseñarle personalmente su idioma, y para ese entonces ella ya lo amaba...
La musa.
Para la época de oro de la colonia española, Greg era un asistente del genio Velázquez, el pintor de cámara del rey. Su labor consistía estar al servicio del artista, facilitando sus herramientas de trabajo. Lienzos, pinturas, pínceles, todo lo que necesitase, incluso vino y mujeres. Greg era alguien astuto que embelesaba a las féminas para ser las musas del artista, no precisamente para sus cuadros.
Por su parte, Nina era la hija de un pudiente hombre hacendado que recién dejaba Sevilla por los aires de Madrid. Como única hija, era protegida y mimada por sus padres. Era una bella chica que tenía muchos pretendientes de marido, pero ninguno capaz de despertarle verdadero interés.
Un día desde la distancia, Greg conoció a una señorita de cabellos de oro y porte delicado. Se quedó mirándola, subida en aquel balcón. Y pronto desde la altura donde ella estaba reparó en él, entre todos los peatones que circulaban la poblada calle empedrada, ese hombre boquiabierto seguía observándola, maravillado. Su siguiente encuentro ocurrió en la iglesia ella estaba lista para confesarse. Greg la alejó hacia un lugar solitario, donde le pidió un beso y robó su corazón con una caricia cerca del mismo. Esa musa de labios rosas y rostro de ensueño, no la compartiría con ningún hombre...
Los amantes.
Cuando la corona de Francia todavía existía, Greg era uno de los caudillos radicales que buscaba la liberación de su pueblo. La revolución era un hecho, y peleaba en las calles contra la guardia nacional para erradicar la opresión de la aristocracia. Uno de sus encuentros lo dejó mal herido, la atención médica era deplorable y sus oportunidades de vida se reducían lentamente...
Gracias a la descendencia de su familia, Nina era una conocedora de la botánica y las propiedades curativas de la misma. En medio de la guerra que se presentía en el aire, ella había tomado partido con los revolucionarios. Sus habilidades para la medicina natural, salvaban a muchos heridos.
Conoció a Greg en lo que parecía ser las últimas semanas del rebelde soldado, su herida infectada había atacado sus defensas, dejándolo moribundo. Con su esperanza de vida casi nula, soltero y sin descendencia, Greg no quería que la fortuna de su familia, la que había ayudado a financiar la revolución, fuese de la corona al morir, sin conocer el desenlace de la guerra civil.
Su decisión fue clara: Casarse.
Aunque su mejor opción era su amiga de la trinchera en Paris; la rubia que cuidaba de él le robó el poco raciocinio que le quedaba. Forzó a la doctora a contraer nupcias en una madrugada, como último deseo antes de morir, y en su beso de bodas, ella supo que debía salvarlo. Hizo un peligroso viaje de un día para buscar una raíz curativa. Le tomó unas semanas de ardua labor cuidando a su nuevo esposo, pero cuando este se recuperó por completo ya no recordaba que estaban casados.
Fue un mes duro para Nina, pero al igual que en sus otras vidas, nunca faltó esa chispa de pasión incondicional entre ellos. Sus destinos entrelazados, forjados al mismo lazo rojo y con la fortuna de siempre encontrarse, lograron unirlos como lo hicieron desde el principio de los tiempos, y como lo harán en las siguientes vidas...
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...