EL MALO [01]

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Miré mi taza de café, el humo que desprendía me hipnotizó unos instantes

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Miré mi taza de café, el humo que desprendía me hipnotizó unos instantes. Mis oídos, apenas registraba el bullicio de las personas de la cafetería. Desde mi cabina en la esquina, podía observar todo el local. Principalmente la puerta, esperando que Aiden apareciera.

La campanilla de la puerta sonó de nuevo, alcé la mirada, deteniendo mi dedo que tamborileaba contra la mesa. Aiden apareció, vestido en un traje gris y corbata negra. Sus ojos azules inspeccionaron el lugar antes de fijarse en mí, avanzó con paso seguro, sin detenerse.

—Gracias por venir —acepté reticente.

Él cabeceó una vez, incrédulo, mientras tomaba asiento.

—Solo acepté tu invitación porque estaríamos en un lugar lleno de testigos, Jason.

Rodé mis ojos, sacudiendo mi cabeza.

—En serio quiero hablar contigo, Aiden.

—Y estoy aquí. Solo dime, ¿qué es tan importante?

En ocasiones puedo ver a papá en él, son pocas las veces ya que Aiden tiene más rasgos de Clarice. Sin embargo, esa forma de lanzarme una recelosa mirada, se siente como mirarme en un jodido espejo. Él me odia, y no tiene una idea cuánto se asimilan sus emociones a las mías. Ya que también me guardo rencor.

—¿Me crees que no tuve nada que ver con las pastillas de Annette? —le pregunté vacilante.

Esperaba que él se arrepintiera, que ahora lo hubiese pensado mejor y me condenase. Pero Aiden solo inhaló hondo antes de suspirar, apoyó un brazo en la mesa de madera que nos dividía, sin apartar la mirada de mis ojos.

—Me cuesta admitirlo, pero sí te creo. Te lo dije en la oficina, quiero confiar en ti, Jason.

Asentí una vez, más decidido que nunca.

—Aiden, sé que te dije que no haría nada por descubrir a Anaïs. Pero siento que no me puedo quedar de brazos cruzados ahora. Voy a buscarla, y haré que pague por lo que ha hecho.

Anaïs merece la jodida cárcel. Me ha llevado al lodo con ella, y no me ha importado antes. Pero ahora es diferente, no puedo dejarla culparme por querer deshacerse de Aiden. Y tampoco puede estar libre, intentando cumplir ese macabro plan.

Noté curiosidad y mucha reticencia en la mirada de mi medio hermano. Aiden tragó seco, y sacudió su cabeza, no muy seguro de mis palabras.

—Jason, creo que ella es alguien peligrosa, no sería conveniente que tú...

—Te debo esto —lo corté en seguida—. No he sido alguien que amerite una segunda oportunidad, lo admito. Pero quiero que sepas que en serio lamento lo que te hecho. Me gustaría darte la única razón del porqué te lastimé ese día, pero no puedo, no sé cómo decírtelo.

Esto era lo máximo que lograba salirme de los labios. Un "lo siento", no era suficiente lo sé, pero era lo único que tenía en estos momentos. No quería tocar fibras sensibles en mí, para desglosar los niveles de idiotez que me llevaron a herirlo hace diez años. Y esperé que él entendiera lo difícil que era siquiera recordarlo.

Ya he soltado esas palabras antes, tratando de excusarme con él. Siempre ocurre lo mismo, él bufa amargado antes de enviarme al infierno sin boleto de regreso. Esperé que lo repitiera de nuevo, no me molestaría con Aiden, lo entiendo.

Pero me sorprendió que este se mantuviese callado. Observando cómo la ansiedad me devanaba los nervios, haciendo que me retorciera inquieto en el asiento.

—Por qué no intentas explicarte, Jason —pidió amable, y lleno de curiosidad—. No diré nada hasta que termines. Prometo entender, hermano...

Tragué duro, antes de suspirar, resignado.

—Un día lo haré, Aiden. Lo prometo. Ahora, me tengo que ir...

Tenía una loca ex novia que atrapar...

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora