Hablé con Aiden otra vez. Seguía en Skipton con Madison, y se quedaría ahí unos días más. Era el tiempo suficiente para atrapar a Anaïs. Me aseguré de usar un móvil desechable y tardar solo unos minutos.
Tuve que alejarme todo lo que pude del chalet, casi al otro lado de la ciudad. Es difícil mantener la fachada de hombre enamorado. Siento que me sale bien, pero demonios. Las confesiones de Anaïs han empezado a ponerme de los nervios.
Solo imaginarme el odio que le tiene a una sola persona, y cómo intenta destruirlo a toda costa, me hace dudar ¿quién es el siguiente en su lista? ¿qué haría si me descubre? Obviamente, seré hombre muerto.
—Dime lo que sabes —murmuró Didier.
Regresé a su chalet, que estaba al cruzar la calle del que yo compartía con Anaïs. Este ya me había avisado que era seguro, los guardaespaldas de Anaïs se hallaban con ella, no vigilando la casa.
Tenía dos días al lado de mi ex, fingiendo que para mí ella seguía siendo la única. Tuve que tratarla con la dedicación de antes, sin lucir sospechoso o asqueado de su ser. Esto es lo más difícil que he hecho en mi vida, en especial cuando es otra mujer la que está en mi mente.
—Anaïs tiene dos cuentas en Zúrich —comencé a explicarle al hombre—. Me mostró sus balances, quería una segunda opinión. Piensa transferir todo a otro paraíso fiscal, siente que está en riesgo aquí con las leyes financieras que han empezado a surgir.
Didier me tendió lápiz y papel y empecé a redactarle los números de cuenta para que los investigasen. No me costó mucho aprenderlos, gracias al cielo por mi jodida mente fotográfica.
—¿Cómo cuánto dinero le calculas, Jason?
—¿En total? Fácilmente unos cincuenta millones de euros —especulé pensativo—. Anaïs no tuvo reparos al despilfarrar cuentas importantes en la compañía de su padre. Eso sin contar las cuentas de su familia en paraísos fiscales que ella les abrió y administra personalmente.
Cuando se lo pregunté, ella lo admitió. Usa a su familia porque si el escándalo se desata, al menos no enfocarán la atención solo en ella. Es inteligente.
Anaïs sabe que estoy de su lado, y que al igual que ella tengo mucho que perder. Ya que colocó a mi nombre al menos dos cuentas importantes. Fue un alivio que ella misma lo confesara frente a la cámara y me pidiera disculpas por no decirme nada antes. Anaïs acababa de exonerarme, y si ella caía, lo haría sola.
Le tendí la hoja a Didier. Este analizó los números bancarios, en silencio. Estábamos en la cocina, sentados a la mesa. Todavía tenía un par de horas hasta que Anaïs decidiera volver con toda su patrulla de guardias. Le coloqué un rastreador que Julie monitoreaba en la sala de estar, lejos de la conversación que tenía con su compañero.
—Me parece muy extraño que nadie de su familia lo notase, ¿tú crees que tiene a alguien más, Jason?
Cabeceé una vez, decidido.
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...