E X T R A - Nº1

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FAN GIRL / FAN BOY

El trabajo siempre pasa a segundo plano cuando Madison está en la oficina de Aiden. Es como si la parte responsable en el cerebro del hombre simplemente se desactivase al ver a su pequeña bruja, y todo su sistema se enfocase en una sola cosa: Madison...

—¡¡¡Aiden!!! ¡¡Yaaaaa!! —gruñó Madison, molesta con él.

El diablo rubio se carcajeó a todo pulmón, abrazando a su pequeña bruja sentada en su regazo. Madison le dio un juguetón puñetazo en el pecho que solo lo hizo reírse más. Ella no tenía problemas con soportar las locuras de su hombre, el problema surgía cuando su esposo se dedicaba a molestarla hasta hacerla sonrojar de pena.

—Awww... amor, no tienes que apenarte, digo, mírame —Aiden se señaló a él mismo, con una sonrisa fanfarrona—. Está bien que seas mi chica fanática, no creo que se me suba a la cabeza seguir siendo tu crush, pero, vamos... necesito recordarlo seguido. Nutre mi ego, eso es bueno.

Madison apartó el rostro del hombro de Aiden solo para mirarlo con recelo y párpados entrecerrados.

—Creo que voy a empezar a tener crushes sobre otros hombres.

Aiden casi se ahoga con esa declaración. Celos activados en su máxima potencia.

—Y yo creo... que empezaré a azotar tu lindo culo más seguido. Nada de otros hombres en tu cabeza, Madison —la regañó con uno de sus gruñidos cavernícolas, antes de poner un dedo en su sien—. Ahí solo hay espacio para mí, y un minúsculo sector para el viejo Mad Max, pero muy pequeñito que no me molesta que tengas.

Madison sintió que estaban iguales, en especial porque había descubierto cómo sonrojar a su guapo esposo. Era tan lindo de ver, el hombre serio al que muchos temían por su ira salvaje se sonrojaba de celos, al imaginar a su mujer adorando a otro. Ella ya sabía que le tocó amar a un hombre caprichoso, y sin embargo la idea solo la hacía amarlo más.

—Hablando de películas, ¿eh? —intervino Greg, entrando a la oficina de Aiden sin tocar.

Para él ya era su día a día encontrar a los tórtolos ensimismados entre ellos, no le gustaba quedarse demasiado tiempo debido a lo mismo, a Greg tampoco le parecía divertido que estuviesen jodiendo a su puerta mientras intentaba tener un momento romántico con su bella rubia, tratando de meterle mano dentro de sus bragas.

Greg se acercó a ellos, dejando la carpeta de un nuevo contrato sobre el escritorio de Aiden. Su amigo ya tendría tiempo de revisarlo, sabía que era algo imposible que el rubio se enfocase en el trabajo si tenía a Madison sentada en las piernas, rodeándole el cuello con sus brazos. El hombre estaba hechizado, no había mejor explicación.

—En realidad, Greg, qué bueno que estás aquí, ¿sabías que he sido el crush de Madison mucho antes de conocerla? ¿Cuánto tiempo fue, amor? ¿Dos años adorándome en secreto antes de hablarnos? —y el rey egocéntrico había regresado.

Madison rodó sus ojos, mejillas rojas de nuevo.

—Bueno... sí, Aiden, claro que ya lo sabía, Nina me puso al corriente hace mucho. Cosa que me parece increíble, conociendo que tú también te portaste así con ella, amigo...

—¿Qué? —respondió Madison y Aiden al unísono.

Greg se rió entre dientes, divertido por ocasionar que a ambos se les fueran los colores del rostro.

—¿Qué no lo saben? ¿Alguno recuerda la primera vez que Nina me hizo una fiesta de cumpleaños? Lo pasamos en un buen bar en Holloway, Maddie tú ya estabas ahí cuando yo llegué...

La morena lo pensó una milésima de segundo, entonces sus ojos lilas brillaron con claridad al recordarse en esa fiesta. Fue una buena noche, pero no recordaba a Aiden por ninguna parte. Incluso había estado nerviosa por si él aparecía, Nina ya le había advertido que invitó al rubio por el que babeaba, solo para que ella no sufriera un ataque si lo veía rondando cerca.

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora