EL MALO [10]

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Tomé una decisión cuatro meses atrás: mi reubicación

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Tomé una decisión cuatro meses atrás: mi reubicación. Cambié Lyon por Roma, y sobre todo mi vida de soltera por "en una relación". Jason y yo nos mudamos juntos al mes de estar saliendo. Fue raro que, en la primera semana a su lado tuviese que asistir a reuniones importantes como la boda de su hermano menor.

Pero me sentí de la familia en seguida, no es tan difícil cuando Michael y Clarice son los mejores suegros. Fui una hija más, justo como Maddie, con quién me llevaba de maravilla. Chicas unidas frente al clan Quest.

Fueron siete las semanas que Jason tuvo que usar un inmovilizador en su pierna, y casi tres más para que volviese a recuperar la habilidad de caminar y poder correr. Estuve a su lado en todo momento, incluso cuando su propio temperamento impaciente lo sacaba de quicio...

Cogí el tazón grande con la ensalada, comiéndome una rodaja de pepino antes de salir al patio de nuestra casa. Hacía una buena tarde, brillante sol, brisa fresca, el día ideal para una barbacoa. Crucé a la par de mi novio, dándole un beso en la mejilla que apenas notó.

Jason estaba concentrado, frunciéndole el ceño a su hermano mientras este intentaba encender el asador para la carne. Una fuerte llama salió desde la parrilla, haciendo recular a Aiden un paso.

—Joder, no —gruñó Jason, interviniendo—. Te vas a quemar. Hazte a un lado, déjame hacerlo.

Me reí entre dientes del temple consternado de mi novio. Su hermano solo rodó sus ojos, sentándose en la silla de jardín a la par de la parrilla. Cogió su cerveza bebiendo un simple trago mientras Jason se ocupaba del carbón.

—Eres un exagerado, Jason. Lo tenía bajo control —protestó Aiden, hastiado.

—Estoy salvando tus cejas, hermano. Tu esposa me lo agradecerá.

Miré a Madison, la castaña seguía sentada en una de las sillas de la mesa de jardín. Se cubría la boca, pero sus hombros temblaban de la risa que contenía. Coloqué el tazón en la mesa, y ella se inclinó enseguida, tomando una tira de zanahoria.

Ignoramos a los chicos discutiendo sobre cómo preparar las costillas y la carne que Aiden y Maddie habían traído para esta tarde. Ambos hombres tienen sus habilidades de cocinero gracias a Clarice. Se lo agradezco tanto, no he sido muy buena en esa área. Para mí Jason cocina excelente, pero para Maddie, Aiden es su chef.

Tengo amigas aquí en Italia, otras en Francia, pero ninguna de ellas puede entenderme tanto como Madison. Después de todo, ella tiene al otro chico Quest. Hablando, ambas notamos que ellos tienen manías muy parecidas. Caracteres volubles, miradas intensas, y tercos a morir, pero románticos a su modo cavernícola. Por lo que ella y yo, prácticamente nos contamos todo.

—Y entonces, Julie... —canturreó mi aliada, sonriendo con picardía— Cuatro meses tienen que ser suficiente para acostumbrarse a vivir en Italia, ¿no?

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora