El plan estaba hecho, los estudios también. Yo entraba en el promedio de persona fértil. Ahora solo faltaba lo más importante, y eso era la inseminación artificial y claro, cruzar mis dedos. Para que un espermatozoide pudiese llegar hasta mi ovulo. En cuestión de días, me embarazaría de un hombre anónimo...
—Oye, Andrea... —me llamó Cressida, desde su puerta entreabierta— ¿Me ayudas?
Tenía el cabello mucho más negro que Owen, pero eran sus mismos ojos verdes botella. En lo demás, se parecía a su madre. Desde la nariz respingona, hasta su anatomía demasiado delgada. Volví a dejar el calendario de fertilidad abierto en mi computador, y me encaminé hacia su oficina.
Cressida me dejó pasar, mordiéndose los labios antes de hacerse a un lado. Entré como si fuese un secreto estar aquí. Al menos su actitud lo decía así.
—¿Qué ocurre, Cressida?
Ella señaló su escritorio, donde el empaque de comida almacenaba lo que parecía ser una ensalada de pollo y crutones.
—Papá me trajo eso. Te lo regalo.
Rodé mis ojos. Dos semanas en el área ejecutiva, y yo ya era más que una asistente personal. A veces era la consejera de Owen con respecto a su propia hija. Y en otras, era la de Cressida. Esto no estaba en la lista de mis responsabilidades laborales.
—Cressida, si tu padre lo compró para ti, es para que tú lo comas, querida —la persuadí con gentileza.
Me agrada la chica, está un poco desubicada, pero es fácil notar que la falta de atención la han convertido en la reina del drama que es ahora. Ya está en sus veintes y no quiere ser adulta, rehusándose a comer apropiadamente.
Ya siento las hormonas de mamá dentro de mí. Esto es nato.
—Ya sé, Andrea, pero él no se va a enterar si lo comes aquí —me dijo con obviedad, encogiendo sus hombros.
A veces su cerebro solo funciona para el mal. Entrecerré mis ojos, con cierto recelo.
—Te propongo otra cosa. Qué tal si te ayudo a comerlo, mientras me platicas acerca de la fiesta de beneficencia que estás planeando.
Sus ojos se iluminaron. Como dije, es una niña sin atención. Me duele. Mi madre siempre ha tenido tiempo para mí. Ningún hijo debería criarse solo, pero la mamá de Cressida es una perdida adicta a los lujos y hombres ricos. Y bueno, ella vivió con mayordomos casi toda su vida.
La chica ni siquiera lo pensó cuando me tomó de la mano y me arrastró a su escritorio para hablar un rato. Me sentí conmovida. Le llevo un poco más de una década, por lo que siento cómo la relación podría ser de madre a hija para ella...
***
—Dime por favor que se comió su comida y no te llamó para que tú lo hicieras —me riñó Owen, un poco molesto.
ESTÁS LEYENDO
EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
Literatura FemininaEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...