EL PROMISCUA [02]

5.3K 598 54
                                    

Quiero sentar cabeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Quiero sentar cabeza. Ser responsable por una chica, por un hijo, por un hogar. Esta vez es cierto, nada de arrepentirse y nada de estropear mis oportunidades por miedo a estar atrapado en una relación. Ya no puedo perder más tiempo. Estoy decidido, solo necesito encontrar a la correcta...

—Tú podrías ser la indicada, Melanie... —le sonreí a la pelirroja frente a mí—. ¿Qué dices?

Estábamos sentados en una mesa en su restaurante vegano favorito. Odio no comer carne, pero dejaría esa proteína si eso me conseguía un "sí" de la despampanante mujer frente a mí.

Ella me sonrió, intentó ocultarlo mordiendo sus labios, pero no lo logró. Tomé su mano sobre la mesa, Melanie alzó la mirada hasta mis ojos y sentí que estaba cerca de convencerla.

—Pierce, me halagas, pero ¿ya se te olvidó esto?

La pelirroja alzó su delicada mano izquierda, mostrando sus anillos de matrimonio en su dedo anular. Pruebas irrefutables de su esclavitud hacia otro.

—Ay vamos, Mel... tú y yo sabemos que es hora que te divorcies de ese idiota. Yo te complazco mejor, preciosa.

—No estoy pensando en divorciarme de mi esposo.

Lo dijo muy en serio, sin sonrisas divertidas ni alguna señal que jugase conmigo. Arrastró su mano de la mía para empinarse la taza de té de hierbas frente a ella, sopló el líquido humeante con cautela, alzando el dedo meñique y todo, no tuvo esa delicadeza esta mañana cuando jugó con mi polla.

—Maldita sea, Melanie... —suspiré desganado— ¿No quieres pensarlo?

La mujer negó de nuevo, frunciendo sus labios. Me estaba partiendo el corazón, o algo así, supongo, me sentí fastidiado. Desvié la mirada al resto del restaurante, nadie prestaba verdadero interés a nuestra conversación, de pronto yo tampoco quería escuchar más.

—Mira, Pierce, pensé que estábamos bien con esto de tener una aventura los fines de semana. Es relajante para ambos ¿no? casi nunca hablamos de cosas así de serias, y no veo porque seguir mencionándolas...

Asentí, pensativo.

—Tienes razón, es un desperdicio de mi tiempo intentar convencerte de algo que no quieres hacer —resoplé desganado—. Adiós, Mel. Un placer conocerte.

Me puse en pie, arrastrando la silla detrás de mí. Melanie me tomó el brazo de inmediato, sus ojos claros se abrieron con asombro al notar mi expresión seria.

—¿No estamos terminando? ¿Cierto? Me gustas, Pierce, no de la manera en que tú lo quieres, pero me gustas. Lo digo en serio. Por favor, no te vayas así... siéntate, hablemos de esto.

—Lo siento, Mel... No voy a seguir jugando a tu consolador de carne y hueso solo porque tu esposo tiene una polla pequeña que no te satisface.

Dejé a la mujer sola, con la quijada desencajada de su rostro. Sí, estoy algo molesto y suelto verdades como veneno cuando no puedo controlar mi rabia. Sentí que esa conexión que teníamos, se perdió, fue ahogada por una cubeta llena con agua...

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora