EL PROMISCUA [08]

6.9K 680 43
                                    

Llevé a Freya a casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llevé a Freya a casa. Con mi familia. Una parte de mi enorme familia que estaba de visita. El problema de papá ha hecho de nosotros un grupo más unido. Él estaba solo con mamá cuando tuvo el primer ataque, desde entonces, estamos más seguido en casa desde que puedo recordar.

Mis dos hermanos, mis primos, a veces varios de mis tíos, nadie está dispuesto a alejarse por tanto tiempo. Ahora que papá estaba en el hospital, y ninguno de nosotros podía permanecer con él, solo nos restaba cuidar de mamá en casa, hacerla sentir que todo estaría bien, y por qué no, distraerla con cosas como que su hijo menor, finalmente llevaba una mujer a casa...

Yo estaba sonriendo mientras caminábamos hacia la entrada de mi casa. Freya estaba nerviosa, pero ¡carajo! Estoy tomando de la mano a la chica que quiero para que la conozca mi loca familia. ¿Existe algo mejor? No. ¿Por qué? Porque ella ya está embarazada, y ese bebé es nuestro. ¡Joder, sí!

Levantaría el puño en el aire en son de victoria, aún es muy pronto. Pero ya tendré el momento de hacerlo...

—Pierce...

Freya se detuvo apenas llegamos a la puerta. Mantuve la mano en la perilla, sin darle vuelta, esperando por ella.

—¿Qué pasa, cariño?

—¿Estás seguro que esto está bien? —me preguntó nerviosa— No quiero intervenir en un momento familiar. No me gustaría que...

—Freya, cállate —le dije divertido, para que dejase de decir tonterías sin sentido—. Para mí tú ya eres mi familia, cariño. Ahora solo te falta conocer al resto de ellos...

Abrí la puerta y escuché pasos desenfrenados sobre los suelos de madera, es como si hubiese encendido las luces de la cocina y las cucarachas corrieran a ocultarse. Sip, mi familia de chismosos...

—Ven. Creo que deben de estar en la sala de estar...

Freya entró conmigo al recibidor. El lugar estaba tibio, debido a la calefacción y las chimeneas, una en la cocina, otra en la sala de estar, y otra en la planta superior de la casa. Le ayudé a quitarse mi suéter, lucía malditamente bella en su vestido azul pálido, los vuelos de la falda, cubrían sus piernas hasta la mitad, lo que es un problema con el clima templado de estos días.

La vi pasar una mano por su cabello rubio en un intento por acicalarse, dejando escapar un pesado suspiro como si estuviese relajándose para algo trascendental. No tiene idea de lo que conocerá, pero no debería preocuparse demasiado. Volví a tomar su mano, encaminándola hacia la sala de estar a mi izquierda.

—Hola... —saludé pasmado, mirando que cada miembro de mi familia estaba reunido en la sala de estar, esperando pacientemente por nosotros— a todos...

Mi mamá, Grace, estaba bajo el marco de la puerta que colinda a la cocina, con una sonrisa de guasón, que hacía que sus ojos se llenasen de arrugas. Mi tía Edith, mi prima Cinthia, y su esposa Stephanie, estaban a su par, ambas igual de contentas que ella.

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora