EL MALO [04]

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Jason estaba frente a mí, mirando la laptop con gesto de aburrición

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Jason estaba frente a mí, mirando la laptop con gesto de aburrición. Escuché sus dedos tecleando con rapidez una vez más. Él se detuvo, y un par de segundos después suspiró con pesadez.

—Listo, Julie. ¿Estás segura que esto es lo difícil?

Lo miré desconcertada unos segundos. Tomé la laptop girándola a mí, y revisando que Jason había hecho lo que le pedí en la mitad del tiempo requerido. Para alguien que no conocía lenguajes de programación acababa de escabullirse en un sistema de seguridad con mucha facilidad. Pensé que le tomaría unos tres intentos aprenderse toda la información y los tediosos procesos que le expliqué en una hora. Pero él acababa de acertar en su primera vez.

—¿Cómo es posible que no te olvidases de ningún paso? —lo cuestioné, incrédula.

Jason se encogió de hombros, indiferente.

—Tengo buena retentiva. Muy buena en realidad, me ayudó bastante cuando trabajé con mi papá. Cuando mencionas cifras de memoria, la gente suele prestarte atención.

Cabeceé con suavidad, mientras este apartaba la mirada, distraído en la pared en blanco. He notado que no es muy partidario a hablar de su familia. Aunque los menciona frecuentemente, al final termina haciendo alguna idiotez o alejándose para que no le pregunte sobre ellos. Pero me es imposible mantenerme al margen.

—¿Por qué dejaste el negocio de Michael Quest? ¿Te dejaron de interesar los vinos?

Los vinos italianos de su familia es una marca de prestigio aquí en Lyon, y muchas más regiones de Francia. Me sorprende que Jason ya no esté con él, cuando era muy mencionado junto con Michael.

Lo vi sonreír, una media mueca de diversión y nostalgia arraigada en el azul del ártico de sus ojos.

—Jamás pierdes el interés por el vino, Julie —aceptó sereno, cruzándose de brazos—. Yo no me alejé porque quise, sino porque mi padre lo decidió así. Él detesta que tenga una rivalidad con Aiden, porque es mi hermano y todas esas cosas... así que mientras no haya paz o me digne a pedir perdón, estoy fuera de los negocios de mi familia.

Fruncí el ceño, ya que su tono aburrido de mencionarlo parecía ser una vieja cantaleta para él.

—¿Y por qué tendrías que disculparte? —seguí interrogándolo, por pura curiosidad— ¿Qué le has hecho a tu hermano, Jason?

Esa clase de detalles no están registrados en el informe de su investigación, principalmente porque "viejas rencillas familiares" no es lo que estamos buscando de él. Sino su presente con Anaïs y la familia Montsalve.

Esperé unos segundos en los que Jason se quedó ido observándome. No esbozó esa ligera mueca de diversión que delatase que le daba igual algún hecho. Permaneció serio, y por primera vez percibí verdadero arrepentimiento de su parte.

—He sido un idiota con él, Julie. Injustificadamente —confesó en un pesado suspiro, antes de alzar la mirada de nuevo—. Una vez, yo... golpeé a Aiden muy fuerte en la entrepierna, lo envié al hospital ese fin de semana. Yo estaba molesto...

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora