WANTED [07]

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Scott no conocía ningún bar tan concurrido para ser un día cualquiera de semana. Pero El Umbral, tenía suficiente gente para considerar el lugar como un éxito. Cuando llegaron, Skylar los escoltó hasta una de las mesas más privadas del local, se quedó con ellos mientras se ponía al día con Mick.

Adam no tardó en aparecer y unirse a la conversación. Fue él quien empezó a hacer preguntas sobre el local y sus empleados, con la intención de convencerse que el clima de trabajo no era tóxico como ocurrió en el almacén. Para sorpresa del terapeuta, la dueña del bar conocía muy bien a sus empleados.

—La última persona que trabajó aquí y quiso irrespetar a sus compañeros, fue despedido de inmediato. Era su primera semana y no tolero tratos así. Si no te acoplas, te tienes que ir. Esa es mi regla —zanjó la mujer, alzando la barbilla con altanería.

Adam asintió despacio y miró de reojo a Mick que imitó su gesto. Ambos hombres tenían un único propósito: cuidar de Scott. Solo que, si bien el terapeuta lo hacía por el bienestar de su paciente, el detective tenía sentimientos más personales en juego.

Por su parte, Scott se hallaba con la mitad de la atención dividida entre el local, los clientes y los meseros. Le gustaba lo amplio que era el sitio, el metal, madera y paredes de ladrillo rojo hacían este sitio una "cueva de hombres" estilo industrial, pero los cuadros estilizados, la pista de baile y el uso de las luces le concedían el suficiente detalle para ser vistoso y agradable para cualquiera.

Ahora lleno de gente, el sitio lucía más grande. No les prestó mucha atención a las personas, no como lo hizo con cada mujer y hombre que lucía la camisa de botones negra con el logo del bar estampado en el bolsillo derecho del uniforme. Ellos atendían las mesas, servían bebidas, una que otra botana, incluso vio un pequeño y elegante pastel de cumpleaños, los empleados eran... guapos... tuvo que admitir.

—Hey.

Mick tocó su hombro, llamando su atención de regreso a la mesa. Scott quitó la mirada de la chica de rasgos asiáticos y sonrisa coqueta que llevaba el pastel de chocolate hacia una mesa vecina. El detective se inclinó en su dirección, para hablarle al oído debido a la fuerte música.

—¿Sabes lo que todos esos meseros tienen en común? —le preguntó Mick.

Scott tragó duro y asintió de inmediato.

—Buena presentación —dijo vacilante.

El alto hombre le guiñó un ojo y le regaló una media sonrisa que hizo suspirar al rubio. Le agradaba Mick. Le agradaba mucho Mick. Así como una vez le empezó a agradar Lazzaro. Él sabía que debería hacer algo con esas alarmas sonando en su cabeza, pero Scott no quería escucharlas.

—Correcto, chico —sonrió Mick—. Vas a encajar muy bien aquí, ¿no es así? Ya tienes lo indispensable contigo para lucir bien, y en casa lo necesario para oler bien. Mañana lo harás de maravilla. ¿Correcto?

Scott cabeceó un entusiasmado sí. Estaba ansioso por demostrarle a Mick que podía con un nuevo empleo. Tal vez no era tan importante como manejar barcos en una compañía naviera de renombre, pero era un trabajo más honesto donde nadie le obligaba a contrabandear droga. Atender mesas en El Umbral, era mucho mejor que el empleo que tenía en Londres...

Una hora charlando en el bar, se convirtió en dos. Después de otra ronda de cervezas, y totalmente tranquilo respecto al trabajo de Scott, Adam Ford fue el primero en despedirse. Mick no pensaba detenerlo, se sentía tan aliviado con la retirada del terapeuta que lo acompañó a su jodido auto.

—¿Entonces...? —murmuró Mick, mirando la nuca de Adam que caminaba por la acera hacia su auto— ¿Qué piensas del sitio? ¿Crees que Scott vaya a tener problemas?

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora