[Tres meses después]
Recorrí el pasillo de paredes blancas y baldosas grises como cada mañana desde que trabajo en Lyon. Mi vida es INTERPOL. Y vivo para capturar criminales de cuello blanco. Listillos que creen salirse con la suya lavando dinero en sus empresas corruptas. Adoro atrapar a ese tipo de basura, casi se siente que limpio el medio ambiente.
—Julie, Julie... —me llamaron a mis espaldas.
Me giré para encontrar a Didier, que avanzaba veloz hacia mí. Su piel oscura como el chocolate pareció contrastar con mi tez pálida cuando me sujetó la mano. Lo miré con sorpresa, y el hombre dejó mis llaves entre mis dedos.
—Deja de olvidar tus llaves en mi casa —me susurró divertido.
Lo miré con espanto, y luego golpeé su hombro. Es un tipo alto y fornido que sonríe como un niño. Es atractivo, demasiado. Sus oscuros ojos son la seducción en vivo. Pero no estamos juntos. Porque mi querido compañero contra el crimen, es gay. Y pensar que pasé mis primeros días en la academia babeando por él.
—Oh gracias, en serio, hombre, ¿por qué no lo publicas en el boletín de la media tarde para que todos se enteren?
El cínico miró hacia todos lados, estábamos solos en el pasillo. Eran casi las seis de la mañana, y Didier vivía a cuatro calles del edificio donde trabajamos. Es sencillo quedarme en su casa en lugar de tomar un tren de media hora hacia la mía.
—Lo tendré en mente, Julie, descuida.
Me guiñó un ojo, y esbozó su coqueta sonrisa. Exhalé una vez, fastidiada.
—Tengo trabajo que hacer, D. Si eso es todo... —canturreé insolente, girando mis tacones de regreso al frente.
Avancé, y él me siguió de cerca. Podía oler su rica colonia a mis espaldas.
—¿Qué te molesta el día de hoy, chica? Pensé que el mayor sospechoso del caso Montsalve te tenía feliz.
Suspiré una vez, aburrida.
—No es lo que parece, el hombre no quiere hablar. Y ahora que el jefe Dumont me ha dejado al fin a cargo de un caso, este es el mayor contratiempo que tengo.
Soy una agente eficiente en el departamento de crímenes organizados y lavado de activos. Finalmente tengo la oportunidad para ascender en mi carrera. Pero mi sueño de lograr el éxito se ve frustrado por él: Jason Quest. Maldito arrogante.
Didier me persiguió hasta que alcancé la puerta de interrogatorios. Él pasó su musculoso y oscuro brazo frente a mí, restringiéndome la entrada. Alcé una ceja, mirando a mi amigo con cara de pocos amigos.
—Una cerveza a que él habla contigo si haces lo que digo —me motivó sonriente.
Un duelo de miradas de medio minuto, y perdí.
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...