Era la una de la mañana cuando Scott ya estaba en su apartamento de estilo loft industrial en una zona tranquila de Atlanta. No había paredes divisorias, pero el espacio era increíblemente amplio para contener una cocina equipada con electrodomésticos de titanio y un comedor cuadrado para cuatro personas. Una espaciosa sala de estar con un juego de muebles de cuero oscuro, mesita de café al centro y un teatro en casa. La zona de la recamara contenía una cama King, en sábanas azul marino, mesitas de noche a ambos costados y su guardarropa empotrado.
El baño principal era prácticamente otra habitación con su puerta al lado derecho de la cabecera de la cama. La puerta seguía cerrada, con el detective utilizando su ducha desde hace quince minutos. Ignorando al hombre dentro de su espacio personal, todo el piso le recordaba a su viejo apartamento en Londres.
Una buena vista de la ciudad, un pequeño balcón donde podía sentarse en un sillón de mimbre y fumar un poco. Incluso tenía un cenicero sobre una mesita para evitar dejar cenizas y colillas por todas partes. Scott apagó su cigarrillo a medio fumar, esnifó una vez el frío aire de la madrugada y regresó al interior del loft.
Las luces seguían bajas, iluminando todo el piso lo suficiente para distinguir los muebles. Además, la luz de la luna se colaba por cada ventanal con las cortinas abiertas, no sintió la necesidad de encender más luces.
Scott se sentó a la mesa, de frente al viejo cubo de rubik que encontró en el auto de Mick. En serio que era chatarra de mala calidad. Sin embargo, lo tomó en sus manos y empezó a girar las caras del juguete. Intentó concentrarse en armar el cubo e ignorar cualquier otro pensamiento. Como su vieja vida...
Scott no extrañaba nada de Inglaterra a excepción de sus hermanas, sobre todo a Nina, la que siempre dio todo por él. Esa era la única parte que odiaba haber dejado atrás, porque este Scott en América no tenía hermanas. Era hijo único, no conoció a su padre y su madre había muerto hace dos años, según la carpeta con datos falsos sobre Scott Donovan. Su nueva identidad, la tercera en dos años.
Ya estaba cansado de cambiarse de nombre y de ciudad. Scott sabía que en parte era su culpa por aceptar la oferta de Arthur: "trabaja para mí, y me encargo de Thomas." Ni siquiera lo pensó antes de aceptar. No se trataba de venganza, aunque estaba malditamente cabreado con su padre por pintarlo como un asesino y narcotraficante que merecía morir.
Hacía esto porque tuvo que "perder su vida" para darse cuenta del monstruo que tenía por padre, al que ayudó a subir a un trono de drogas y poder. Y ya era hora que alguien se armase de valor para derrocar al viejo tirano.
Thomas Wallace siempre lo creyó demasiado estúpido para hacer algo por sí mismo. Jamás se lo ocultó y si el viejo tenía la oportunidad para recordarle a su hijo lo inútil que era, aprovechaba al máximo la ocasión.
Scott ya sabía que sus hermanas eran más inteligentes que él. Nina leía desde los cuatro años y aprendió a tocar el piano un par de años después. Irina memorizaba cualquier texto que leía e incluso más, fue una niña modelo apenas inició la escuela. La pequeña Chleo sabía multiplicar y dividir desde los siete años, las matemáticas eran su fuerte.
Y luego estaba Scott, el hermano mayor, con un no detectado trastorno de déficit de atención e hiperactividad que incluía dislexia. Fue humillado por su padre cada vez que una de sus hermanas conseguía un nuevo logro cuando él todavía tenía problemas para leer. Y fue castigado por su madre casi todos los días por ser un niño "problemático" en casa, en la escuela y en reuniones sociales.
Ser el primogénito nunca le favoreció.
El trato que le daba su padre se volvió más hostil al pasar los años sabiendo que su único varón era estúpido y una desgracia como hijo. Intentó ser autoritario con Scott en casa y enviarlo a internados militares, para al menos crearle un carácter fuerte a su hijo y quitarle lo "maricón" que veía en él.
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...