Scott llevaba varios años sin una mañana agradable, sin despertar y sentirse bien automáticamente. Y hoy no hubo sueños turbios que lo levantasen a media noche, y cuando despertó no se sentía cansado. Antes de abrir sus ojos su cerebro le recordó lo que ocurrió anoche y un estremecimiento erizó su piel de placer.
Le había gustado yacer debajo de Mick, sentir su calor como suyo y sus caricias debilitándole las piernas. No hubo más que pasionales besos y restregarse con la ropa puesta, pero, demonios... quedó agotado mentalmente con actividades de adolescente, no quería imaginarse cuando subieran a categoría adulto.
Por otra parte, le sorprendió lo distinto que sintió anoche de lo que recordaba hacer con Lazzaro. Con el joven italiano, todo fue tierno, ligero, sonrisas y placer. Fue explorar por primera vez caricias culposas y amar lo que producían en su cuerpo. Le gustó que Lazzaro le diese las órdenes de cómo tocarlo, cómo besarlo, cómo follarlo. Se sintió bien, porque su corazón latió siempre deprisa y en sus pantalones hubo una constante erección por él.
Con Mick la situación fue como estar en otro universo, donde existía otro Scott que todavía no conocía un rábano sobre el sexo. Fue regresar al cuadrado de inicio. El alto hombre exigió con pasión su cuerpo, estar entre sus piernas, restregarse contra él. Sus besos también eran distintos, eran más fuertes y ansiosos, pero siempre en control. Mick se apoderó de cada gramo de su voluntad, sin pedir perdón o permiso...
Scott abrió sus ojos, la fuerte luz de la mañana entraba con descaro por las cortinas semi abiertas. Debajo de su mejilla caliente, se hallaba el duro pectoral de Mick, y más adentro el palpitar de su corazón. Scott suspiró aliviado de su nueva y favorita canción para dormir.
Su mano errante vagó por el costado derecho del hombre, sus dedos se aprovecharon de tocar piel desnuda y tibia. En su camino hacia el norte de su cuerpo, encontró la tetilla oscura de Mick. Pasó su dedo por encima del diminuto botón, recordando las enseñanzas de Lazzaro sobre el erotismo de jugar con el pecho de alguien.
Se preguntó si con Mick eso también cambiaría. Tal vez no le gustase, o no le encontrase sentido. A Scott le gustaba usar su boca, le gustaban los besos, lamer, morder, succionar; cualquier cosa que le evitase hablar durante el sexo era bienvenido de intentarlo. Se sentía algo incómodo al hablar, como si tuviese miedo de matar la pasión con una sola frase.
Era un alivio que Mick no tuviese su mismo problema. Ayer, el alto hombre susurró cosas sucias a su oído y logró estremecerlo con el sonido grave de su voz. Scott apenas pudo contestarle, su cerebro quedó frito y tampoco confiaba en su jodida voz o los ruidos involuntarios que salían de su garganta. Eso fue raro.
Mick seguía dormido, Scott miró de reojo su rostro unos instantes antes de recostar su mejilla de nuevo en su pecho. La idea de dormirse fue tentadora, pero ¿qué hacía con la jodida erección dentro de su bóxer?
El brazo con que Mick lo sujetaba por su espalda lo mantenía firmemente pegado a su costado. Scott exhaló un resoplido ocultando su rostro contra la tibia piel del detective. Mordió sus labios para evitar tentaciones, pero su propio cerebro lujurioso lo traicionó.
Scott exhaló de nuevo por la boca, sintió piel ajena contra sus labios. Su traviesa lengua lamió una vez a Mick, curioso por su sabor. Le dio un pequeño beso y otra inocente lamida cerca de la aureola oscura del pectoral. Mick ni siquiera se movía, su respiración lucía igual.
Entonces miró de nuevo su rostro, el hombre estaba dormido y la erección de Scott seguía más dura que antes. Le tentó la idea de despertarlo groseramente y pedirle que lo ayudase con la calamidad en su entrepierna. Pero el rubio se resistió. Ojos fijos en la tetilla del alto hombre dormido.
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EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUA
ChickLitEl bueno, el Malo y el Promiscua, serán los relatos cortos de tres personajes secundarios diferentes de NO TE ENAMORES DEL SEÑOR SEXO, que tuvieron una forma peculiar de encontrar el amor. Nadie les dijo que la redención para ser felices sería tan d...