6. Luisita, la actriz

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Desde que tuviera aquella conversación con Amelia, Luisi no había dejado de darle vueltas a su realización personal. Más todavía cuando tuvo que ayudar a su amiga después de que Inma, la bailarina que iba a actuar con ella, no pudiera hacer su espectáculo después de sufrir un inoportuno percance. Luisita salió al paso de la situación y, a pesar de que no contaba con la aprobación de María y de que a su familia casi les da un síncope tras saber cómo actuó delante de todo el público del King's, logró un éxito rotundo con Amelia.

Toda aquella experiencia le demostró a sí misma que, si había sido capaz de actuar delante de todo el mundo, ¿por qué no iba a poder hacer algo así de nuevo y dedicar su vida a ello? Su idea giraba en torno a la posibilidad de hacer algo que la llenara por completo. Mientras pensaba en qué podía ocupar su tiempo, los clientes del King's intentaban que les sirviera una consumición, pero aquel día, Luisita estaba a por uvas.

- ¡Luisi! –le gritó María desde el otro lado de la barra- ¿Se puede saber dónde estás?

- ¡Ay, María, no sé! –contestó con una de sus muecas tan habituales- ¿Qué pasa?

- ¿Que qué pasa? Pues que tienes a la clientela que se va a ir sin tomar nada. ¿No has visto aquella mesa? –dijo ladeando la cabeza- ¿Y ésa de ahí? Vamos, que parece que estás que no estás.

- Sí, sí, ya voy...

Luisita se activó rápidamente y empezó a atender las mesas que le había dicho María. Mientras tanto, su hermana estaba apoyada en la barra leyendo el guión de la película que finalmente iba a protagonizar. Cuando hubo atendido a todos los clientes, Luisita se dedicó a observar con atención a su hermana. Y ahí, entre las páginas de aquel guión del que María no separaba los ojos, encontró la respuesta.

- ¿Qué quieres, Luisa? Me estás poniendo nerviosa...

- María, necesito contarte algo y necesito pedirte un gran favor. Sé que me vas a ayudar, ¿verdad que sí? – y la miró con esos ojos de cordero degollado que Luisita solía poner cuando necesitaba algo de alguien.

- Madre mía, Luisi, ¿no me vas a dejar estudiar? Venga, dispara.

- Es que he pensado que como yo nunca he tenido claro qué quiero ser y ahora que estas rodando la película y que tú sabes tanto del mundo del espectáculo y...

- Luisa, al grano.

- Quiero ser actriz, María, por favor, ayúdame a ser actriz.

María dejó de mirar el guión por un instante y clavó la mirada en su hermana pequeña. Aquella era la enésima locura que se le podría haber ocurrido a Luisita. ¿Actriz? No podía creer que ahora le hubiera pegado por seguir sus pasos. La actuación era un campo muy complicado que requería mucho tiempo y esfuerzo para formarse y Luisita era una cabecita loca que iba de un lado para el otro, testaruda, pero carente de algún tipo de estudio de la materia. No quería desilusionarla y menos decirle que, en realidad, no la veía preparada para ello.

- Por favor, María, ayúdame a conseguir algún papel en tu película. Tú conoces a mucha gente y puedes ayudarme. – seguía implorando, llegando hasta a poner morros como si fuera una niña pequeña- Vamos, María.

Aún no había cedido del todo y Luisita estaba lanzada a la aventura. Empezó a dar botes por la barra como si le hubiera tocado la lotería. Su hermana puso los ojos en blanco, se venían los problemas, pero supuso que Luisita experimentaría por sí misma el desengaño. Así que se comprometió a conseguirle una prueba con sus productores a ver si podía hacer un papel aunque fuera pequeño. Luisita se volvió loca de contenta ante la predisposición de María de ayudarla. Solo la entrada de Amelia en el King's consiguió frenar la euforia de la chica.

- ¿Qué ocurre, María? ¿Y tanta alegría por aquí? –dijo con sorna.

- Pues nada, que éramos pocos y parió la abuela.

- ¡Ay, Amelia! –salió de la barra y la abrazó con tanta fuerza que casi no la dejaba respirar- ¡Que voy a ser actriz!

Amelia no salía de su perplejidad, pero jamás había visto a Luisita tan feliz. Sin deshacerse del abrazo, miró a María por encima del hombro de su amiga y ésta le devolvió la mirada con poca convicción.

- En fin, os dejo, me voy a estudiar el guión a El Asturiano –se despidió resignada María.

- Madre mía, Amelia, ¿te imaginas que me hago famosa? Ay, por Dios, me muero de solo pensarlo –se mostró ansiosa Luisita.

Amelia seguía observándola incrédula y al mismo tiempo divertida. Tan soñadora, tan vivaz... No podía dejar de mirarla moverse de un lado al otro y se reía al verla tan activa y feliz. Los ojos le brillaban de tal forma que le iluminaban el rostro por completo, su sonrisa era tan amplia que se le formaba un pequeño pliegue a ambos lados de la comisura de sus labios. Se quedó mirando esa zona concretamente y sintió que dejaba de escuchar las locuras de Luisita por un momento.

- Tú puedes con todo, Luisita, mira cómo brillaste en la actuación del otro día.

- ¿De verdad te pareció que lo hice bien?

- Estuviste espectacular – Amelia la miró fijamente y sus ojos empezaron a brillar más de lo normal.

Luisi se ruborizó una vez más. Amelia tenía el poder de decirle aquello que necesitaba oír siempre y la miraba de una forma... que no sabía discernir. Por un lado la intimidaba y le costaba mantenerle la mirada, por otro lado, le encantaba que la mirara así. Se había convertido en su gran apoyo, en su mejor amiga, no podía perder una amistad como aquella.

- Gracias por apoyarme siempre, Amelia. ¡Gustavo! – gritó de pronto- Sustitúyeme que tengo que hacer cosas importantes.

- ¿Adónde vas? –preguntó Amelia.

- A prepararme. Necesito repasar todo lo que pueda antes de hacer la prueba –le dijo tras darle un beso en la mejilla.

Amelia la vio salir con la misma euforia que cuando entró en el King's y no pudo evitar enternecerse aún más. Luisita se había ganado por completo su corazón. Más de lo que la vedette pudiera siquiera sospechar.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora