72. Llamada por sorpresa

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Luisita la apretó con fuerza y sus labios se abrieron al tiempo que la lengua de Amelia se adentraba en su boca. La vedette la rodeó por la cintura mientras el beso se iba intensificando a cada movimiento que su lengua ejercía en busca de la de Luisita. La joven respondió al gesto introduciendo una de sus manos por debajo del abrigo de Amelia y tratando de colarse tras su camisa. La vedette no pudo evitar arquear una ceja y ralentizó aquel húmedo beso, algo que no pasó desapercibido para Luisita, que aprovechó que su mano derecha seguía escudriñando el camino de acceso a la piel de Amelia para tomar con la izquierda el rostro de la joven y acelerar aquel intenso beso. Luisita tenía las manos un poco frías a causa del fuerte viento que había en Madrid aquella mañana y cuando Amelia notó el contacto de las yemas de sus dedos en su piel reaccionó con un pequeño respingo, mezcla de la excitación y la temperatura de las manos de Luisi.

- ¿Tienes frío? –preguntó Luisita divertida a apenas pocos milímetro de sus labios.

- Bueno, me parece que alguien tiene las manos un poquito frías –susurró Amelia todavía con los ojos cerrados.

- Vaya, yo pensaba que temblabas por otra cosa. ¡Qué decepción! –se hizo la ofendida y apartó sus manos del cuerpo de Amelia.

- Siempre puedo calentarlas un poco –sentenció pícara ahora sí mirándola a los ojos y logrando que Luisita se mordiera el labio inferior en señal de aprobación.

Amelia la cogió de las manos y las llevó hasta su cintura mientras sus labios se aproximaban a los de Luisita, quien tardó poco en lanzarse a ellos para continuar ese beso. Viendo que aquel momento empezaba a aumentar de temperatura, Luisita decidió parar, consciente de que todavía estaban en las escaleras del King's y resultaba casi milagroso que ningún empleado las hubiera cazado in fraganti todavía.

- Espera, espera –dijo casi sin aliento Luisita- No podemos seguir aquí –continuó con un susurro.

- Tienes razón. Será mejor que me vaya –confesó algo decepcionada y se giró dispuesta a salir del lugar.

- Un momento –la tomó por el abrigo y la miró insinuante- Yo no te he dicho que te tengas que ir –sentenció.

La vedette la miró intrigada mientras Luisita tiraba de su abrigo y la obligaba a bajar las escaleras. Lentamente, Amelia fue siguiendo los pasos de una divertida Luisita que la llevaba por todo el local hasta la entrada del camerino. Una vez allí, la hija de Manolita se detuvo y se giró hacia Amelia, que todavía no podía salir de su asombro.

- Tú espérame aquí dentro –le ordenó de esa forma tan sexy que tenía Luisita cuando se proponía algo con ella.

- Pero...

- Shhhhhh –le dijo poniéndole el dedo índice sobre los labios- No tardo.

Luisita dejó un beso en sus labios para después perderse en dirección contraria. Amelia, que todavía estaba desconcertada ante ese cambio tan repentino de Luisita, sentía curiosidad por descubrir los planes de su novia. Se mentiría a sí misma si no reconociera que todo aquello la excitaba enormemente, así que decidió hacer caso a su novia y se metió en el camerino a esperarla.

Mientras tanto, Luisi fue al almacén y se encontró a Gustavo buscando bebidas para rellenar la barra. Tan pronto el joven la vio entrar, dio un gran brinco por la sorpresa de encontrarla allí y por poco acaba tirando una caja de tónicas que había cogido del suelo.

- ¡Ay, Gustavo, qué bien que te veo! –dijo Luisita todavía agitada por la pequeña carrera que había dado desde el despacho hasta el almacén- He estado pensando y he decidido que te puedes ir ya a casa.

- ¿Cómo? –preguntó desconcertado el joven- Pero si he llegado hace nada...

- Ya, ya, pero es que a ver... -intentó pensar en una buena excusa- He pensado que como la semana pasada hiciste muchos turnos, mejor te tomas el día libre hoy y así descansas, ¿eh? ¿Qué te parece? –le preguntó con una enorme sonrisa.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora