48. Decisiones drásticas

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Luisita introdujo su llave en la cerradura con mucho cuidado. Tenía pánico de lo que pudiera esperarle una vez cruzara el marco de la puerta. Decidió que tenía que ser valiente, así que resopló para autoinfundirse valor y entró decidida en su casa. Su madre estaba sentada en la mesa del comedor, como si supiera que justo en ese instante iba a aparecer por la puerta.

- Hola, mamá –se atrevió a decirle con la cabeza baja y en apenas un hilo de voz.

- ¿Eso es lo único que te atreves a decir? –inquirió Manolita desde la silla donde estaba.

- No, supongo que no. Lo siento, mamá. Tenía que haberte avisado pero es que...

- No hace falta que me digas más –la interrumpió de mala manera- Sé muy bien dónde estabas y con quién.

- Mamá, yo... -intentaba explicarse.

- Luisita, he estado toda la noche sin pegar ojo... Rezando por que no te hubiera pasado nada malo...

- Tienes razón, mamá, en serio... -se sentía muy avergonzada.

- Y luego está tu padre... ¿Sabes acaso cómo se ha levantado tu padre esta mañana? ¡Como un loco! –sentenció- Ha estado a punto de llamar a María pensando que estabas allí. El abuelo ha tenido que mentirle, Luisita.

- ¿El abuelo? –Luisita se sorprendió.

- Sí, Luisi, sí –suspiró- Solamente te digo que no puedes hacer lo que te dé la real gana, Luisa Gómez. Porque puede que yo acepte que estés con ella –susurró especialmente en esta parte para que nadie pudiera escucharlas- pero en esta casa hay unas normas que cumplir.

- Vale, mamá, tienes razón y lo siento. Pero ya no soy una niña.

- Sí que eres una niña –seguía muy enfadada ante la terquedad de su hija- porque no eres consciente de que si sigues actuando así, tu padre puede enterarse de todo y el abuelo y yo no vamos a estar encubriéndote siempre, Luisita.

- Sé que he actuado mal, lo siento, mamá. Pero papá lo va a terminar aceptando...– Luisita intentaba quitarle hierro al asunto.

- Qué inocente eres, Luisita, tú padre no va a entender tu decisión –Manolita quería que entrara en razón- Él no va a comprender nada de lo que está pasando...

- ¿Y qué me propones, mamá? –Luisita ya había perdido el control de la situación- ¿Que mi vida se base en no poder estar nunca a solas con Amelia para que no se entere mi padre?

- Solo te pido discreción, hija –intentó calmarse Manolita- Que actúes con cabeza. No puedes estar haciendo lo que te dé la gana y mintiendo a tu padre.

- Entonces se lo tendré que decir... -argumentó Luisita.

- ¡Ni se te ocurra! Tu padre no puede saber que estáis juntas. ¡No seas insensata!

- ¡Me pides que esté en una jaula, mamá! –las lágrimas le caían por las mejillas y corazón se le iba a salir del pecho.

- Te pido que te pongas en su lugar y en el mío. No está preparado para esto aún.

- Pues yo lo siento, mamá. Sé que tendría que haber avisado, pero no estoy dispuesta a vivir como quieres que lo haga.

Luisita se fue a la habitación y dejó a su madre pensativa. No había manera de hacerla entrar en razón. Como siempre, cuando a Luisi se le metía algo en la cabeza, iba con ello hasta el final.

***

Amelia iba repasando las habitaciones como cada mañana. Aquel día tenía una alegría especial y no le costaba nada hacer su trabajo. No conseguía dejar de tener esa sonrisa imborrable durante su rutina y muchas compañeras ya le habían advertido de que estaba radiante. La realidad era que, cada vez que recordaba la noche que había pasado con Luisita, su rostro se iluminaba de forma especial. No podía sentirse más dichosa y contaba las horas que le quedaban a su jornada laboral para escaparse al King's a ver a su novia.

- Vaya, vaya, señorita Ledesma –la voz de Domingo la sorprendió cuando salía de una habitación – No esperaba encontrarla ya por esta zona.

- Buenos días, Domingo.

- ¿Ya ha terminado las habitaciones de esta planta? –le preguntó mientras la escaneaba con la mirada.

- Sí, ya están todas limpias y con las sábanas cambiadas.

- ¡Vaya! Pues sí que está usted hoy rápida...

- Bueno, es mi trabajo –sentenció.

- Desde luego, nunca he tenido queja de su trabajo, a decir verdad. Pero es que hoy es diferente, la veo de otra manera. No sé cómo decirlo. Como más... ¿Contenta, tal vez?

- ¿Y eso es malo? –inquirió Amelia mientras sentía que se le subían los colores a las mejillas.

- No, no, para nada –carraspeó- Toda productividad es positiva. Solamente quería comentárselo porque me parece curioso.

- ¿Por qué? –Amelia estaba empezando a sentirse como en un tercer grado.

- Ah, no, porque me alegra verla feliz, Amelia–sentenció con una sonrisa bastante falsa- Trabajadores felices, trabajadores productivos, ¿no le parece?

- Desde luego –sonrió Amelia con ingenuidad.

- Supongo que su felicidad se debe al hecho de haber tenido compañía en su cuarto esta noche, ¿no?

Antes de que pudiera reaccionar, Gabriel apareció para llevarse a Domingo con él al despacho con el fin de tratar unos temas importantes del hotel. Obediente como pocos, el hombre siguió al señor De la Vega, no sin antes girarse a ver la cara de una desconcertada Amelia.

La cabeza de Amelia empezó a funcionar a 1000 revoluciones. Si Domingo se había enterado de que habían pasado la noche juntas, no iba a desaprovechar la ocasión para molestarlas. Por otro lado, aunque no había pruebas de que tuvieran una relación, Amelia sabía que Domingo podía ser capaz de todo. Pero, ¿con qué finalidad? ¿Para molestarlas? ¿Para molestar a los Gómez? Solo con pensar que alguien le pudiera hacer daño a Luisita por su culpa le hacía querer desaparecer del mundo.

Como por arte de magia, toda la felicidad que tenía aquella mañana se evaporó en un instante para dar paso a una intensa preocupación. Amelia no pudo dejar de pensar en el asunto durante todo el día. Necesitaba a Natalia para hablar del asunto, pero su amiga bastante tenía con poder librarse de Gabriel, que no le daba ni un respiro durante el día desde que descubrió que, en realidad, se trataba de Ana López.

Así que cuando terminó su jornada laboral, se acercó al King's para hablar con Luisita. Ambas estaban en serios problemas y era el momento de tomar decisiones drásticas.

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Me vais a perdonar la tardanza en escribir y la brevedad del capítulo, pero tengo un trancazo importante y me ha costado Dios y ayuda escribirlo 😫🤧🤒. También os digo que si no está muy allá escrito, por algo es jajajaja. ¡Qué bueno echarle la culpa a los mocos!

Bueno, ahora empezamos cuesta abajo y sin frenos. Abro encuesta para que compartáis conmigo lo que creéis que va a pasar. ¡Hagan sus apuestas!

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora