91. Paciencia

529 33 8
                                    

Ana no pudo más que compadecerse ante las preguntas de Luisita. Amelia estaba mal, eso era un hecho, pero la enfermera confiaba en su recuperación. No era la primera vez que había sabido de casos como el de su amiga y, aunque no siempre era fácil el proceso, el restablecimiento solía ser satisfactorio cuando había pasado tan poco tiempo de terapia. Por desgracia, había otros a los que la exposición prolongada a las corrientes de los electroshocks habían terminado por causar secuelas irreparables.

La enfermera intentó ponerse en su piel e imaginar lo que estaría pasando Luisi viendo aquel cambio tan radical de su novia. La desesperación de la joven le hacía dudar hasta de los sentimientos de la vedette. Luisita siempre había sido muy insegura. No era la primera vez que tenía miedo de perder a Amelia. Pero, cuando éste hacía su aparición, siempre había contado con su novia a su lado para quitarle todas aquellas inseguridades que la atormentaban. Ahora, por el contrario, tenía que lidiar con una situación completamente novedosa para ella: la de confiar en que todavía había una oportunidad para ellas pero sin contar con su apoyo.

- Luisita, sé que es difícil lo que te voy a decir y que muchas veces, con palabras no se van los miedos –le dijo muy tranquilamente Ana- pero tienes que confiar y tener mucha paciencia. Amelia necesita volver a ser la que era y encontrará el camino de vuelta tarde o temprano.

- Supongo –dijo con cierta resignación Luisita- Pero se me hace todo tan cuesta arriba. No quiere ni que esté a solas con ella, Ana. Hace todo lo posible por evitar siquiera que se produzca cualquier momento entre nosotras. ¿Sabes lo duro que es tener delante a la mujer que amas y no poder ni acercarte a ella?

- Me hago cargo, Luisi. Créeme, pero tiempo al tiempo. Ahora está contigo, lejos de esa tortura que ha vivido. Tienes que darle más espacio. Mañana irá al doctor y seguro que empieza a mejorar poco a poco.

Amelia interrumpió el resto de la conversación y apremió a Ana para que la acompañara. La enfermera se despidió cariñosamente de Luisita, mientras que la vedette apenas se volvió para mirarla. Cada uno de sus gestos era un nuevo puñal, pero Luisi se decidió que, si quería recuperar su historia de amor, debía armarse de algo que nunca había sido precisamente su fuerte: la paciencia.

***

- Vamos, Amelia, ¿aún no estás lista? –preguntó Devoción desde el comedor apremiando a su hija, que ese día no tenía especial motivación para salir a la calle.

- Sí, mamá, estoy terminando -contestó desde su habitación.

- ¡Qué barbaridad, hija! Peor que cuando tenías que ir al colegio –apuntó con una sonrisa Devoción.

- ¡Buenos días, Devoción! –dijo Luisita entrando en casa- ¿Llego a tiempo?

- Sí, hija, aún no hemos salido –apuntó la mujer.

- Ya estoy lista, mamá –Amelia se paró en seco al ver que Luisita había llegado a casa- ¿Qué haces aquí? ¿No tenías turno en el King's?

- Sí, pero le he pedido a María el favor para acompañaros a ver al doctor Guijarro –dijo con una sonrisa.

- Ah, no sabía que venías... -aseguró la vedette evitándole la mirada- Pero, la verdad, no creo que haga falta, ya me va a acompañar mi madre.

Luisita la miró silenciosamente y decidió insistir, pero sin presionar demasiado. Devoción le echó una mano, intentando convencer a Amelia de la conveniencia de la presencia de Luisita.

- Cariño, Luisita solo quiere apoyarte. Podríamos ir las tres y luego nos tomamos algo cerca de allí, ¿qué te parece? –le sugirió cariñosamente.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora