65. Vuelta a la realidad

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Aunque el beso fue breve, Marcelino se encargó de que fuera más breve todavía instándoles a las chicas a que no era el lugar idóneo para esas muestras de afecto. Especialmente, teniendo en cuenta que las habían denunciado por lo mismo. Ambas pusieron cara de circunstancias, aunque sería Luisita la que no se iba a quedar callada.

- Me da igual lo que diga la gente, papá. No pienso dejar de darle un beso a Amelia. ¿Lo entiendes? –repuso bastante molesta su hija a lo que Marce optó por marcharse a la cocina.

- Hija, comprende a tu padre también, lo ha pasado mal sabiendo que estabas encerrada ahí –intentó interceder Manolita.

- Bonita forma de demostrarlo –aseveró Luisita poniendo los ojos en blanco.

Manolita resopló ante la terquedad de su hija y se excusó para dejarlas solas con Ignacio, no sin antes abrazar cariñosamente a Amelia y darle la bienvenida a la libertad de nuevo. Cuando se fue, Ignacio se acercó a las dos chicas para confiarles una información muy importante.

- Chicas, yo también me voy, pero antes de nada quería comentaros algo. Mi tío ha estado investigando y ha averiguado que fue Don Gabriel De la Vega el que mandó haceros las fotografías.

- ¡Valiente cobarde! –dijo Amelia cariacontecida al recordar lo vivido en la cárcel por culpa de Gabriel.

- Es que cuando lo coja... Vamos, no sé qué le hago –continuó Luisita envalentonada.

- No podéis decir nada, chicas, es lo que os quería comentar.

- ¿Cómo? ¿Por qué? –preguntó sorprendida Amelia.

- Porque él ayudó a soltarnos, ¿es eso? –Luisita parecía comprender adónde quería llegar Ignacio.

- Efectivamente. Si no fuera por él no estaríais ahora fuera.

- No lo entiendo, ¿qué ganaba él con encerrarnos y luego ayudarnos a salir? –inquirió Luisita.

- Algo me dice que esto tiene que ver con Natalia –sentenció Amelia- Tendré que hablar con ella, debe saber algo de esto.

- En cualquier caso, chicas, tenéis que mantener las distancias con ese hombre. Si ha sido capaz de esto, ¿quién os dice que no volverá a hacer algo contra vosotras? Y encima es como si le debierais el favor...

- ¡Bufffff! Me llevan los demonios, Ignacio, en serio.

- Lo sé, pero es lo que toca hacer ahora. Mejor no darles a tus padres otro disgusto, Luisi –dijo encogiéndose de hombros- Bueno, ahora ya me voy. ¡Me alegra veros en casa otra vez!

Luisita y Amelia se despidieron efusivamente de Ignacio y le dieron las gracias nuevamente por todos sus esfuerzos en sacarlas de la cárcel. Cuando se quedaron solas, Luisita aprovechó para volver a abrazar fuerte a Amelia, quien no se quería soltar de aquel abrazo. Aquella fuerza y los suspiros que la vedette ahogaba en su hombro no pasaron desapercibidos para su novia. Era lógico que tuviera ganas de verla, de estrecharla entre sus brazos, pero su sexto sentido le decía que había algo más detrás del comportamiento de Amelia.

- Tenía tantas ganas de verte, Amelia –dijo Luisita todavía sin soltarse de su abrazo- No dejaba de pensar en ti, en cómo estarías, en si te estarían tratando bien.

Mientras Luisita hablaba, la cara de Amelia se tensionaba por momentos. Su rostro se fruncía y sus pensamientos volvían a aquel inhóspito lugar. En su cabeza se repetían las imágenes de aquella tortura que sufrió en su piel. Dudaba entre decirle a Luisita lo que había pasado en esas cuatro paredes. Al fin y al cabo, era tiempo de disfrutar de su vuelta al hogar, de estar juntas. No quería hacerla sufrir contándole penalidades ni mucho menos preocuparla. Las lágrimas comenzaron a resbalarle por las mejillas hasta morir en el hombro derecho de Luisita.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora