Finalmente llegó el día de las jornadas y Luisita estaba decidida a leer el manifiesto que escribió Leonor. Manolita, que había estado en contra de aquello, se levantó aquella mañana especialmente nostálgica por todo lo que iba a ocurrir. Apenas intercambió palabras con sus hijas cuando se las encontró en El Asturiano. Incluso Luisita la tachó de cobarde por no querer tomar parte en un movimiento que le afectaba tanto como a ella. La mujer se quedó pensativa cuando la pequeña de sus hijas se fue dando un portazo ante aquella rabieta. Sabía que su Luisi tenía mucho carácter, pero algo en su interior pareció hacerle contacto ante sus palabras.
Llegado el mediodía, el número de personas que se acercaban a la plaza iba aumentando, algunos interesados en escuchar aquellas ponencias. Otros, curiosos porque se había corrido la voz de que aquello iba a traer polémica a solo unos días de haber muerto Franco. Pelayo y Marcelino también estaban entre los presentes y vieron cómo Manolita, cargada con un papel y sus gafas de leer, se subía a un banco de la plaza dispuesta a hacer lo que nadie esperaba. Y así, la mujer empezó a recitar:
"Es el momento de ser valientes. Por Leonor Gómez.
No nacemos mujeres, nos hacen mujeres. Eso dijo una vez Simone de Beauvoir. Y no se equivocaba. El sexo no es una categoría cultural. El género se convierte en género cuando la sociedad y la familia nos inculcan y nos imponen que somos diferentes. Débiles"
Luisita, entre las presentes, agarró de la mano a Mónica, quien estaba tan sorprendida como ella de ver a Manolita leyendo con tanta pasión el discurso de Leonor. Los de la Vega también salieron del hotel a ver cómo su gobernanta leía en público aquel manifiesto a favor de la mujer y no salían de su asombro. La valentía de Manolita estaba sorprendiendo a todos los vecinos del barrio. Luisita quiso avisar a su hermana y fue a la cabina más cercana a llamarla para que fuera a la Plaza y se enorgulleciera de su madre tanto como ella. Cuando volvió, Manolita estaba terminando de leer el manifiesto y, a lo lejos, tres guardias aparecieron en la plaza dispuestos a poner fin a aquella reivindicación.
Los grises cogieron a Manolita del brazo y la bajaron de aquel banco ante la mirada de todos los presentes. Carlos había intentado que Luisita la avisara, pero era tarde. Manolita fue arrestada aquella tarde mientras toda la familia y las mujeres del movimiento feminista intentaban impedirlo. Los gritos de Luisita y Marcelino retumbaban en la plaza, pero no consiguieron evitar que los grises se la llevaran. Aquella noche, la joven se iría a la cama pensando que ella era la culpable de que hubieran detenido a su madre por haberla llamado cobarde.
***
Pasaron un par de días desde la detención de Manolita y la desesperación cundía en casa de los Gómez y en el barrio, especialmente, entre los más allegados a la familia. Nadie entendía por qué seguía presa y Quintero e Ignacio estaban poniendo todo su empeño en sacarla de la cárcel, pero no habían dado con la tecla aún. Luisita y María estaban intentando contener a los pequeños, que no dejaban de preguntar por su madre. Pelayo y Marcelino pensaban en maneras de sacarla, pero tampoco sabían cómo hacerlo y apenas habían hablado con ella por teléfono un par de minutos. Manolita se encargaba de hacerles creer que estaba bien, pero la realidad es que la DGS no era un lugar de vacaciones precisamente e, incluso, había sufrido su dureza en sus propias carnes.
Luisita iba como alma en pena por el barrio. Por si fuera poco, en uno de los momentos de bajón que tuvo después de la detención de su madre, Sara aprovechó y, en un intento de animarla, la besó. Aquel beso la pilló tan desprevenida como sorprendida por no lograr comprender cuáles eran las intenciones de la periodista. Luisita le reprochó que hiciera aquello y le pidió explicaciones a Sara. La joven le aseguró que pensaba que le gustaban las mujeres y que ése era el motivo por el cual la había besado. Luisi le espetó que se estaba equivocando con ella, ya que solamente le gustaba una mujer y ésa era Amelia. Así que le pidió que jamás volviera a hacer tal cosa.
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Y bailar juntas bajo la luna
FanficFinales de 1975. Plaza de los Frutos (Madrid). Amelia Ledesma y Luisa Gómez se conocen en un bar y, desde ese momento, la vida de ambas dará un giro radical. Una historia de cómo un encuentro fortuito puede cambiar la vida de dos personas, en una ép...