23. Negación

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Amelia salió del King's sin darse cuenta de que María, en lo alto de la escalera del despacho, había observado cómo ella y Luisita se besaban. Al sentir que sobraba, la joven salió para evitar romper el momento, pero su hermana, presa del pánico al saberse descubierta, había hecho lo propio dejando a la vedette sola en el lugar. Caminaba Amelia por las calles rumbo al hotel repitiendo en su cabeza la imagen de su beso con Luisita. No podía dejar de sentirlo aún. Sus labios, todavía calientes tras aquel encuentro inesperado, seguían temblando ante la certeza de que lo imposible había sucedido. No dejaba de pensar en Luisita. Si había respondido al beso, ¿por qué entonces había huido repentinamente?

Al llegar a la sala común de los empleados, Amelia se encontró con una preocupada Natalia, que aprovechó para preguntarle de dónde venía. La joven trató de explicarle todo el momento que había vivido con Luisita. Su amiga se alegró al comprobar que finalmente Amelia se hubiera lanzando a confesar sus sentimientos, pero aquella alegría pronto se convirtió en preocupación por la respuesta de Luisita.

- Es que tendría que haberle explicado cómo me sentía –aseguró Amelia- pero es que no me salían las palabras. Tuve el impulso de besarla y... pues lo hice sin pensar, Natalia. Y claro, salió corriendo...

- Bueno, tal vez es porque es la primera vez que la besa una mujer. Dale tiempo. Quizá se asustó un poco.

- Puede ser –contestó no muy convencida.

- Ella es tu amiga y te quiere. Y, ¿quién sabe? Quizá siente algo más...

- Natalia, no, no me animes... Que luego me vengo arriba y me hago ilusiones.

Aunque las palabras de Natalia le parecían totalmente descabelladas, Amelia se fue a dormir repitiéndose que tal vez fueran una posibilidad. ¿Y si Luisita sí sentía algo por ella? Aquel beso no fue motivado solo por ella, pero la huída le hacía replantearse que todo eran imaginaciones suyas.

***

Luisita salió despavorida al ver a María mirándolas con cara de sorpresa. Su primer impulso fue huir, ¿hacia dónde? Ni ella misma sabía. Anduvo sin rumbo durante un buen rato, deseando hacerse invisible para que aquello no hubiera sucedido. ¿Qué pensaría su hermana? No se atrevía a preguntárselo. ¿Y Amelia? ¿Por qué la había besado? Tantas preguntas sin respuesta y su corazón que no dejaba de latir apresuradamente recordando la calidez de los labios de Amelia sobre los suyos. No quería reconocerlo, pero aquel beso la había gustado mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Cuando se dio cuenta, estaba frente a la puerta de su casa. Ladeó la cabeza de lado a lado intentando borrar la imagen de Amelia aproximándose hacia ella y entró en el portal del edificio. Aquella noche iba a ser muy larga.

A la mañana siguiente, Luisita se fue al King's para intentar mantener la mente ocupada. Desde primera hora estuvo atareada al teléfono con los pedidos, llamando a proveedores y a todo aquel que pudiera conseguir que la imagen de Amelia no se le volviera a representar. En ello estaba cuando su hermana María entró en el despacho dispuesta a aclarar lo que había presenciado anoche. Conocedora del carácter de Luisi, tenía que dejar que fuera ella quien pusiera la primera piedra, aunque sabía que no iba a ser tarea fácil. Como suponía, Luisita comenzó a enunciarle todo lo que iba a hacer o había hecho en su ausencia y pronto trató de escabullirse con la excusa de abrir el negocio.

- Luisi, Luisi, ven para acá. Tenemos que hablar –la paró en seco María- ¿Vas a estar así todo el día?

- ¿Estar cómo? –respondió- No creo que me pase nada raro.

- Cariño, no te voy a juzgar por lo que vi anoche con Amelia.

- No pasó nada.

- Luisi, vi lo que vi, tengo ojos en la cara.

- María, olvídalo, de verdad. Fue una confusión de Amelia y ya está –se estaba poniendo a la defensiva.

- ¿Solamente de Amelia? –María se mostró incrédula ante esa posibilidad.

- ¿Qué pretendes conseguir con todo esto? –Respondió consciente de que no podía achacarle a la vedette algo que ella también había propiciado- ¿Se lo vas a decir a papá y mamá?

- No, somos adultas, por favor. Solamente quiero saber si estás segura... -se mostraba comprensiva ante la situación de su hermana.

- ¡María, por favor! Para ya, me estás poniendo nerviosa. ¡Que solamente ha sido una confusión de Amelia! –se repetía de nuevo, negándose a la evidencia- Que nosotras somos amigas y nada más.

- Luisi, vi que Amelia y tú os estabais besando.

- ¿Puedes olvidarlo, por favor? –comenzaba a llorar- ¡Olvídalo!

- ¿Es que no te gustó el beso... Es por Amelia...? Explícamelo.

- ¡Es antinatural, María! ¿Es que no lo entiendes? ¡Antinatural!

María intentaba con todas sus fuerzas acercarse a su hermana y no comprendía cómo podía expresarse de esa manera. Las dos habían hablado con anterioridad de los sentimientos que se tienen por personas del mismo sexo. Sin ir más lejos, María conocía a Gonzalo, quien se hizo pasar por su novio para que no descubrieran su orientación sexual. No lograba entender la encrucijada que tenía su hermana si ella misma lo veía como algo posible. Quería ayudarla a que se aceptara, pero Luisita no estaba por la labor.

- Yo lo único que quiero es que estés segura de lo que piensas. Porque si no sientes lo mismo y no vas a corresponder a Amelia, se lo tienes que decir.

- ¿Qué corresponder ni corresponder, María? Te estoy diciendo que lo ha pasado es un error y no se va a volver a repetir nunca. ¿Me oyes? Nunca.

En ese preciso instante, la puerta del despacho se abrió y Amelia apareció tras ella. Venía buscando a Luisita, dispuesta a hablar de lo que sucedió la noche anterior. Al ver a su amiga hecha un mar de lágrimas pudo imaginar que María ya estaba al tanto de la situación, pero prefirió no evidenciar que lo sabía.

- Quiero hablar contigo, Luisita.

- Pues no tengo tiempo –dijo tajantemente- Tengo que ir a abrir.

- ¿Y luego? ¿Podemos hablar luego? –preguntó casi implorante.

- ¡Es que tengo mucho trabajo, Amelia, te lo acabo de decir! –sentenció para terminar marchándose de la estancia.

Amelia se quedó compungida ante el rechazo de Luisita, mientras María no levantaba la vista del suelo. Aquella situación iba a ser todavía más insostenible y no sabía cómo mediar con ambas para ayudarlas y aclarar sus ideas. Podría decirse que aquel beso, más que acercarlas, estuvo destinado a separarlas todavía más.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora