36. Pim, pam, pim, pam... ¡Limpiando!

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Luisita acariciaba con ternura la espalda de Amelia, que se había recostado sobre su regazo, exhausta tras un partido de fútbol verdaderamente intenso. Con los ojos cerrados, la vedette se aferraba con fuerza a la cintura de su novia y podía sentir cómo respiraba y le latía el corazón, ahora de forma mucho más relajada que instantes atrás. Cada caricia de Luisita hacía que se adormilara un poco más al abrigo de su cuerpo. Estaban tan extasiadas que no parecían ser conscientes de que cualquiera podría entrar y encontrarlas allí, desnudas en mitad del salón. Pero la realidad es que no querían que aquel momento terminara jamás.

Cerró también los ojos Luisita y comenzaba a reconstruir en su mente cada una de las caricias que Amelia le había dedicado aquella tarde. Pensaba en la dulzura de la vedette al recorrer con extremada delicadeza cada uno de los rincones de su piel desnuda. Si se concentraba bien, aún podía sentir el tacto de su lengua y sus labios jugando a enredarse en su pecho. Aquella imagen la hizo estremecerse por completo. ¿Cómo había podido tener miedo de estar con ella en la intimidad? Cada detalle, cada mirada, cada beso... Amelia se había desvivido al tomarse su tiempo en cada paso que daba con ella. Delicada por momentos, sensual en otros tantos, su novia era la mezcla perfecta para sus sentidos. Y ahora, mientras yacía sobre su regazo, Luisita sentía que la amaba más que nunca.

Mientras todos estos sentimientos se arremolinaban en su interior, Luisita aspiraba el aroma del cabello de Amelia, al mismo tiempo que su mano subía y bajaba por aquella preciosa espalda desnuda. ¡Qué suave le parecía! Por un momento, no pudo evitar recordar aquel día en el que estando ellas en el camerino, se vio tentada a recorrerla con las yemas de sus dedos. Su contención entonces la terminó haciendo huir de Amelia. ¡Y qué diferente era todo ahora! Sus miedos se habían disipado y no quería que nada le impidiera disfrutar de su amor. Amelia, por su parte, respiraba con calma mientras iba dejando pequeños besos sobre el vientre de Luisita.

- Sé que me vas a odiar por lo que voy a decir ahora, pero creo que deberíamos vestirnos ya, cariño... -sentenció con tristeza.

- ¿Ya? Un poquito más... -imploró.

- Cariño, soy la primera que me quedaría así siempre, pero puede venir alguien y encontrarnos así –parecía haber sido consciente de pronto de la peligrosidad de la situación.

- ¡Vale, tienes razón! –aseguró mientras le dejaba un pequeño beso en la frente y trataba de incorporarse.

Amelia fue la primera en levantarse y Luisita aprovechó para observarla en silencio desde el sofá. Mientras, la vedette iba recogiendo su ropa y la de su novia del suelo de la sala de estar. Luisi la miraba sonriente sin perder detalle del vaivén que producían sus caderas al caminar como lo hacía. Precisamente esas caderas que instantes atrás no paraban de hacerla enloquecer sobre su cuerpo. Su piel aterciopelada resplandecía todavía más bajo la luz que entraba por la ventana. Sus pechos turgentes, el contorno de sus labios, los rizos de su cabello cayéndole grácilmente sobre los hombros... No había algo que se pudiera pasar por alto de la figura de Amelia. Era preciosa por fuera y por dentro. Luisita se mordió el labio inferior producto del deseo y tuvo que venir su novia a sacarla de su ensimismamiento.

- ¡Cariño! –se reía mientras que, colocándose la ropa interior, la había cazado in fraganti.

- ¡Si es que eres preciosa, Amelia! –la rodeó por detrás impidiéndole que se moviera y su cuerpo, aún desnudo, se fundía con el de Amelia.

- ¡Ay! –la sujetó por los brazos atrayéndola hacia sí mientras Luisita hundía su mentón sobre su hombro derecho para terminar dejando pequeños besos en él- Así no se puede –se reía divertida.

Luisita soltó una pequeña carcajada y decidió vestirse finalmente. Todavía con la ropa medio abrochada y con las mejillas fulgurantes por aquel encuentro, Luisita y Amelia se volvieron a buscar, ayudándose mutuamente a vestirse, con menor o mayor acierto.

Y bailar juntas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora