Capítulo 9 parte 2/3.

3 0 0
                                    

Al llegar a la oficina de Luis, lo encontré recogiendo sus cosas y le dije:

—¡Veo que estás haciendo lo que te ordenaron! —dije y él volteo a verme.

—Luis: Señorita Estefanía, dígame qué usted no le creyó nada a Tanía. ¡Esa muchacha se volvió loca y empezó a gritar sin que yo le hiciera nada! —dijo escusándose delante de mí.

—Ah con qué Tanía, se volvió loca? —Pregunte al verle.

—Luis: ¡Pues sí y muy loca! Mire qué inventar que yo trate de violarla... ¡A quien se le ocurre!

—¿Sabes quien también se volvió loca? —Le pregunte seria.

—Luis (Confundido): ¡No, pues no! ¿Por qué? ¿Quien más lo hizo?

—¡Pues yo! —dije dándole una bofetada. —Esto es para que aprendas, qué con una mujer nadie se mete y mucho menos sí es mi amiga. —dije amenazándolo. —¡Ahora agarra tus cosas y te largas de aquí! —dije furiosa.

Narra Ignacio.

Yo acababa de llegar a la oficina de Luis y vi cómo Estefanía, lo abofeteo y le pidió qué se fuera de la empresa...

Luis, no tomó en gracia la bofetada y vi cómo se volteaba, para abofetear a Estefanía, pero yo corrí y lo tomé del brazo para detenerlo.

—¡Qué pensabas hacer imbécil, le ibas a pegar a mi hija! —dije furioso al verle.

—Estefanía: ¡Papá! —dijo sorprendida.

—Luis: ¡Jefe! Yo no, yo solo... Ella me abofeteo y... —decía, pero yo lo interrumpí.

—Y tú qué? ¡La ibas a abofetear también! —dije molesto al verlo. —Yo soy un hombre pacifico Luis... —dije soltándolo.

—Luis: ¡Gracias señor, gracias por entender!

—Pero no le permito a nadie, que le levante la mano a mi hija. —dije dándole un fuerte golpe en el rostro. —¡Ese golpe es por mi hija! —Dijo levantándolo y dándole otro. —Y este, ¡Es para que aprendas a respetar a las mujeres! Mathías, te dio 30 minutos para que recogieras tus cosas, ¡Yo te doy 10 para que las recojas y te vayas! Sí en 10 minutos no estas fuera de la empresa, llamaré a seguridad para que te saquen. —dije advirtiendo. —¡Estefanía, ahora tú y yo nos vamos, y no quiero quejas al respecto! —dije serio y ella solo asintió para luego seguirme.

Después de eso, ambos subimos a mi oficina y una vez allí...

Estefanía: ¡Papá, no comiences ahora con tus regaños, por favor! —dijo entrando a la oficina.

—Sí comienzo Estefanía, no ves que te pudieron haber lastimado por tú andar con tus reclamos, ¡Por andar de impulsiva como siempre! —dije quejándome.

El Rosa Blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora