Capítulo 3 parte 3/3.

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Al llegar la noche en la mansión Montiel...

Narra Estefanía

Hace apenas unos minutos que deje a Mathías, en su apartamento... Yo acababa de llegar a la casa, algo cansada para variar (por las entrevistas); lo bueno, es que por fin conseguí a alguien para el cargo de mi secretaria, lo malo, es que con todo este ajetreo se me olvido que papá de seguro va a querer hablar conmigo, y creo que ya es hora de hablar con él. En eso... me lo encontré de frente en el salón y  me dijo:

—Ignacio: ¡Hola hija, hasta que por fin te veo!

—Hola papá... —dije seria sin dirigirle la mirada.

—Ignacio (Amable): Me podrías acompañar al estudio por favor? —dijo, esperando una respuesta.

Por un instante me quede callada, pero luego decidí que ya era hora de hablar con él y aclarar lo que hubiese que aclarar.

—Esta bien, ¡Vamos!

Al entrar al estudio, él cerro la puerta y me dijo:

—¡Necesito que hablemos sobre lo que paso anoche en la cena!

—¿De qué quieres hablemos precisamente? —Pregunte al mirarlo.

—Ignacio (Calmado): ¡De lo que paso con la muchacha de servicio!

—Ah sí, sobre como la muchacha se tropezó y sin querer le tiro la comida encima a Javier o sobre como tu “querida esposa” la humilló. —dije molesta.

—Ignacio (Intentando mantener la calma): ¡Estefanía, te agradezco que no le faltes el respeto a Raquel!

—En ningún momento le he faltado el respeto a Raquel, simplemente dije la verdad, el que tu “querida esposa”, humilló a una empleada solo porque cometió un error! Pero lo peor, fue ver que ustedes no hicieran nada por evitarlo. —dije decepcionada.

—Ignacio: ¡Estefanía, no todo es así!

—¡Qué no es así! Por favor... Ok, yo entiendo que la muchacha es torpe y que no es la primera vez que le pasa, pero no por ello la tenía que humillar de esa manera en frente de todos, con que le pidiera disculpas a Javier, lavara lo que ensucio y le descontara el costo de la comida que boto, de su “salario”, era más que suficiente, no lo crees? Sí le representa un problema que la despida, pero no tiene porque humillarla así.

—Ignacio (Comprensivo): Tienes razón hija, pero saliendo enojada del comedor no vas a resolver nada.

—Eso lo sé, pero entiéndeme tú a mí, yo no podía quedarme tranquila viendo como esa sirvienta le rogaba a Raquel, que no la despidiese y ella simplemente se burlaba... Yo no podía quedarme allí después de ver todo eso, porque mi conciencia, no me permitiría estar tranquila sabiendo que pudiendo hacer algo, no lo hice! Pero lo que más me molesto o mejor dicho, lo que me “decepciono”, no fue lo que hizo Raquel, sino que tú, viendo lo que ella hizo, no hicieras nada! Ni siquiera un... ¡Es que ni siquiera intentaste algo!

—Ignacio: Hija, sé que no te gusto el que me quedara callado, y tienes razón en todo lo que me dices, pero entiende algo: Raquel, es mi esposa, ella es la señora de la casa y sí un empleado no cumple con sus funciones, ella se encarga de llamarle la atención y admito que tal vez se excedió con lo que le dijo, a esta muchacha, pero yo tampoco puedo desautorizarla en frente de los empleados, porque luego ellos van a querer hacer lo que quieran, ¡Ahora comprendes! Pero eso, no quiere decir, que luego yo no fuese a decirle algo, porque desde luego que iba hablar con ella, pero no en ese momento. Y discúlpame, sí te decepcione por tratar de manejar las cosas a mi modo.

El Rosa Blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora