El Rosa Blanca.

Capítulo 19 parte 1/3.

Narra Estefanía.

Ya habían pasado varios días desde el nombramiento de mi cargo como presidenta de la empresa.

Ya mi tía había regresado a París, y aun recuerdo esas últimas palabras que tuvimos en el aeropuerto...

Flashback.

—Paulina: ¿Segura de que vas a estar bien? ¿No te preocupa el asesino? —Pregunto preocupada.

—Ya quédate tranquila, te dije que voy a estar bien o es que acaso no confías en mí? —Pregunte curiosa al verla.

—Paulina: Claro que confió en ti hija, pero con el trabajo del nuevo cargo y ese asesino suelto por allí... —decía, pero yo la interrumpí.

—Ese asesino puede irse por donde mismo vino, porque yo no le tengo miedo. Y sí se quiere enfrentar a mí, entonces que se prepare, ¡Porque le voy con todo! —dije segura.

—Paulina: Estefanía, nunca te había oído hablar así... Segura de que la muerte de tu papá no te afecto? —Pregunto aún preocupada.

—La muerte de mi papá solo me demostró que tengo que estar más alerta que nunca y que está vez, no debo confiarme de nadie... Pero tú no me hagas caso tía, son solo dramatismos míos, tú mejor vete a París y disfruta tu estadía allá. ¡Te prometo que voy a estar bien!

—Paulina: Solo por eso me voy tranquila, te amo hija. —dijo al tomar mis manos.

—Y yo a ti mamá. —le dije sonriendo para luego abrazarla y despedirla mientras tomaba su maleta para subir al avión.

Al ella irse...

—Ahora sí, que se preparen, ¡Porque vengo con todo! —dije segura al pensar en todo los cambios que estaban por ocurrir.
Fin del Flashback.

Sí bien dicen: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”... Y esta no era la excepción, ya que el trabajo de la presidencia me tenía agotada.

Entre el trabajo de directora general, que aunque Tanía, lo hacía en su mayoría... Igual requería de toda mi atención y de revisar cada informe que mi secretaria realizaba.

Por otro lado, estaba el cargo de la presidencia y aunque contaba con la ayuda de Cristina para este trabajo, igual resultaba agotador... Ya qué ningún papel o trabajo, podía realizarse sin ser antes aprobado por mí.