Capítulo 42.

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Al día siguiente...

Narra Estefanía.

No había podido dormir en toda la noche, pensando en la lectura del testamento de mi tía. Por alguna razón eso me tenía muy nerviosa... 

Debido al insomnio de la noche, yo decidí despertar muy temprano y arreglarme, y estar a tiempo a la lectura del testamento.

Ya eran las 9am y todos nos encontrábamos en el despacho a excepción del abogado...

—Mathías: ¿Estás nerviosa? —Pregunto al acercárseme.

—Para que te miento... Sí, lo estoy. Esto es cómo la última voluntad de mi tía y me causa algo de miedo, saber lo que dirá.

—Mathías: No tienes de que preocuparte, diga lo que diga ese testamento: Tú y yo seguiremos siendo primos.

—Pues sí y hablando de eso, hay algo de lo que quería hablar contigo, se trata de Augusto.

—Mathías: Estefanía, sabes que no me gusta hablar de ese señor. —dijo serio.

—Lo sé, pero esto es importante. Estuve reunida con él ayer y... —decía, pero me interrumpieron.

—Miguel: Por favor, tomen asiento. El abogado ya llego. —dijo mientras él entraba.

—Abogado: Muchas gracias. —dijo para tomar asiento.

—Mathías: Hablaremos luego Estefanía, ahora será mejor que vayamos a sentarnos.

—Tienes razón, vamos. —dije y nos sentamos. 

Al todos sentarnos, el abogado comenzó a hablar:

—Ya que todos estamos presentes, demos comienzo a la lectura del testamento.

—Javier: Abogado, sí no le importa; podría ir directo al grano, sin tantos formalismos.

—Abogado: No veo porque no. —dijo para empezar a leer. —Yo, Paulina Montiel, en pleno uso de mis facultades, he decidido dividir mis bienes de la siguiente manera: A Miguel, el mayordomo de la mansión; le dejo en herencia una pensión muy apropiada por todos sus años de servicio, además de cederle mi parte de la mansión Montiel, en agradecimiento por el cariño dado a mis hermanas y a mí, por ser como un padre para todas nosotras. A Javier, mi sobrino mayor; le dejo en herencia la casa en Venecia, el barco de Margarita y un 15% de mi dinero. A Mathías, mi otro sobrino; le dejo en herencia mis acciones de la empresa Montiel en Caracas, le dejo los apartamentos en Italia y en España, además del 35% del dinero restante. Y a Estefanía, mi querida sobrina, le dejo las acciones de la empresa en París, así como mis demás propiedades: El apartamento en París, el auto, la boutique, mis acciones en el restaurante Bon Appetit, el seguro y el 50% restante de mi dinero. También les deje unas cartas individuales explicando a cada uno la razón de mi decisión, sin más que añadir: Sólo quiero decirle a todos que los amo y la razón de que hayan estado en mi testamento, no fue por ser mi familia sino porque se ganaron mi confianza. —dijo para terminar.

—¡Mi tía, me dejo casi toda su herencia a mí! —dije sorprendida al ver al abogado.

—Mathías: Es lógico Nía, tú fuiste la que más compartió con ella.

—Javier: Mathías tiene razón. Eras prácticamente su hija.

—Abogado: Sí quieres saber el porque de su decisión, aquí esta la carta que te dejo. —dijo entregándomela y yo la tome. —Aquí está la de los demás. —dijo e hizo entrega de ellas.

Luego del abogado retirarse... Yo preferí subir a mi habitación para leer la carta de mi tía en privado.

Al entrar, yo sólo me senté sobre mi cama y abrí la carta para empezar a leerla:

El Rosa Blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora