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Después de ese pequeño enfrentamiento con Yannel, nos fuimos directo a la cafetería, porque moríamos de hambre. Nuestras siguientes clases comenzaban mucho más tarde, así que teníamos tiempo. Me sorprendí mucho al ver a Billy, Jennie, León y Brandon en la mesa donde nos sentaríamos. No me malinterpreten, no sabía acerca de la amistad que se estaba ejerciendo entre todos los hombres.

Respecto a León, dejamos de hablarnos por un tiempo después de aquel beso que nos dimos en la fiesta. Resultaba muy incómodo y al final yo me disculpé y él también lo hizo. Así que creo que ahora estábamos bien, pero no podía decir lo mismo de Randall. Se la pasaba insultándolo e ignorándolo todo el tiempo y León solo disfrutaba verlo enojado, pero yo no lo hacía.

–   ¿Qué hace ese idiota aquí? – gruño. León se encontraba contando una anécdota a los chicos.

–   Deja de ser grosero con él.

–   No deja de hablar, es molesto. – escuché la risa de Dallas, oyó lo que dijo.

–   Oye, tranquilo viejo – rio León – ya sé que estás enojado que haya probado los dulces y suaves labios de tu novia – lo miré mal, esto no ayudaba para nada.

–   Es mejor que cierres la pu...

–   Ya, tranquilos – interrumpió Brent, antes de que Randall se intentará levantar – solo está bromeando. – Ellos rieron.

–   Relájate, pejelagarto feo – besé su mejilla, me mantuvo cerca de él y reí al ver su expresión. Si, jamás le dejaré de decir ese horrible apodo.

- ¿Por qué verificas si dos más dos son cuatro? – preguntó Debby a Brent. Jennie rio. Debby les daba asesorías de matemáticas.

–   Tenemos que asegurarnos de todos nuestros resultados. – se encogió de hombros y mi amiga parecía querer golpearlo, pero soltó una carcajada.

–   Bueno a cualquiera le pasa – dijo Jennie.

–   ¿Qué pasa? – reí, noté por segunda vez que Randall no me quitaba los ojos de encima. Los demás siguieron haciendo lo suyo.

–   ¿Qué pasa de qué? – murmuro con su sexy voz ronca.

–   Desde la mañana no dejabas de verme así.

–   ¿Te molesta que te miré? – sonreí.

–   Obvio no, me encanta – se acercó a mí y me dio un tierno beso – pero a la vez siento que me quieres decir algo.

–   En parte sí, es algo que deberías de saber.

–   Dímelo – se mantuvo callado unos minutos y solo me miraba – ¿Es acerca de eso? – murmure – No me lo tienes que decir ahora...

–   No es eso Chels, no es nada malo lo prometo – su risa me encantaba.

–   Ya dime – insistí riendo – eres tan misterioso pejelagarto.

–   No me digas pejelagarto, pulga fea – pico mi costilla haciéndome reír.

–   No hagas eso. – beso mi frente.

Vuelve a mí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora