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(viernes)

Me preparé para mi clase. Decidí vestirme con una sudadera enorme que planeaba usarlo como vestido, mis típicos tenis y amarré mi cabello. Una vez que llegue al salón me sorprendí al ver que la mayoría de mis compañeros ya estaban en sus respectivos pupitres. Tocó sentarme en los de en medio y esperaba que no me molestarán ahí. Volteé a ver hacia la puerta y Randall entró con la mayor seguridad del mundo. Mi respiración se cortó cuando se sentó a mi lado. Dejé de verlo y traté de entretenerme dibujando en mi cuaderno. Sólo lo hacía para no incomodarme, porque no quería hablarle y ni quería que él me hablará.

–   ¿Me prestas un lápiz? – lo miré, y mis ojos fueron directo a sus manos.

–   Tienes uno en la mano.

–   Es que este no es mío – explicó – me lo van a pedir en cualquier momento, así que necesito asegurarme de tener otro. – No sabía si estaba mintiendo, pero quería ser amable con él. Saqué mi estuché y le entregué un lápiz color rosado.

–   Me gusta el rosa, así que no te quejes. – comenté antes de que abriera su boca para protestar.

–   Si ya lo veo – trató de sonreír, pero le salió una mueca. – ¿Ya te sientes mejor?

–   Si – sonreí – aunque he tenido pesadillas, demasiada diría yo, pero en cuanto a salud física ya estoy bien.– Guardé mi estuché en mi mochila, pero sin querer el panda de peluche que me regalo salió de esta. Lo tomé entre mis manos, para volverlo a meter, porque no queria que lo viera. El envase con el pay de limón que me había dado León también se encontraba ahí guardado. Sí, no pregunten ¿Ok? Soy de las que traen comida en la mochila siempre. Lo saqué dispuesto a comerlo, ya que la maestra aún no llegaba, así que Yolo.

–   Al parecer te gusto mucho el peluche que te regale. – sonrió con arrogancia. Demonios, se había dado cuenta.

–   Si – sonreí – es muy lindo...¿Quieres pay? León me lo dio y sabe delicioso – noté como su sonrisa se desvaneció.

No dijo nada y por mi mucho mejor, porque no tendría que compartirlo, pero se veía muy molesto. Yo también calle mi boca porque no quería que nuestra conversación estuviera arruinada, aunque creo que esta vez yo lo arruiné. La profesora entró al salón y me dio tiempo de meterme otro pedazo a la boca para después guardarlo en mi mochila.

–   Ok chicos saben que jamás les he dejado trabajos en equipo, pero ahora es necesario. – empezó a entregarnos unas copias – Son unos ejercicios sencillos, resuelvan esto en parejas nada de grupos de tres en adelante.

Suspiré frustrada, no sabía con quién hacer los ejercicios, o sea tenía a Randall, pero sería muy incómodo. Un movimiento hizo que diera un brinco del susto, el feo pejelagarto estaba juntando nuestros pupitres.

–   ¿Qué? – añadió luego de ver mi expresión – todos se están juntando.

–   Lo sé, pero ¿Conmigo?

–   No tiene nada de malo. – sonrió de lado restándole importancia.

–   Esta bien – exclamé no muy segura. Sostuve las copias entre mis manos y comencé con la lectura. Las clases de filosofía me aburrían un poco, pero a la vez las disfrutaba. Es una relación de amor odio con esta materia.

Vuelve a mí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora