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Desperté gracias a que escuchaba ciertos golpes por la ventana del balcón. Miré a mi alrededor, las chicas ya estaban profundamente dormidas y en silencio tomé mi celular para ver la hora. Justo eran las tres y media de la mañana ¿Qué rayos? Estaba a punto de encender la luz, pero logré ver a una persona recargada en la puerta del balcón. No dude ni un segundo en taparme con las sabanas hasta la cabeza y justo en ese momento se me vinieron todas las escenas de películas de terror que he visto. No, tienes que ser valiente, los fantasmas no existen, es solo una coincidencia que sean las tres y media de la mañana y que haya una persona golpeando la puerta del balcón.

Es súper normal, puf.

Relaje mi respiración, debía ser valiente para prender la luz y así fue, pero me llevé una gran sorpresa. Quien se encontraba en el balcón no era un fantasma, era el mismísimo Randall. Estaba borracho y balbuceaba cosas mientras daba pequeños golpes a la puerta con su dedo. ¿Cómo carajos entro sin ser escuchado? Volteé a ver la puerta de nuestra habitación y esta estaba abierta de par en par. Bajé con cuidado de la cama y me acerqué.

–   ¿Randall? – me coloqué en cuclillas para estar a su altura. Reaccionó y sus ojos estaban rojos. Traté de quitarle la botella, pero me lo impidió.

–   Quiero a C-chelseaaaa – arrastraba las palabras – eshaa...noo...noo...– rio.

–   ¿Quieres a Chelsea? – mi corazón latía fuerte.

–   Ellaaa...sssse veiaa hermossa hoy – dio un trago – pero, estaaaa con el t-tigree – reí ante su comentario.

–   Creo que te equivocaste de animal, querido pejelagarto.– Él no dijo nada y parecía que se había quedado dormido ahí en el suelo. Se podía enfermar estando allá afuera y no quería que sucediera eso.

Tendría que salvarle el culo a este chico.

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–   ¡Pero que rayos! – el gritó de Tracy hizo que me despertará de inmediato. Lo que supuse, Randall estaba en el suelo con una manta y un cojín. No pude ponerlo en otro lugar, porque si no recuerdan él pesa demasiado. Es jugador de americano y boxeador, es obvio que su cuerpo está muy bien trabajado y yo apenas tuve la fuerza para jalarlo.

–   ¿Hermanito? ¿Qué haces aquí? – Gracias a Tracy, todas nos despertamos.

–   Siendo sincero – hablo y su voz ronca hizo que tuviera un orgasmo. Ok, bromeo. – no sé qué hago aquí...me duele demasiado la cabeza.

–   Esa es tu manta ¿No Chels? – me preguntó Wendy.

–   Si – murmure apenada – Estabas muy borracho, me sorprendí al verte en nuestro dormitorio y no pude llevarte al tuyo, por eso te acomodé en el suelo. – en ningún momento me miraba.

–   Pudiste llamar a mis amigos.

–   N-no lo pensé.– y era cierto, las palabras que me dijo provocaron que no pensara en más opciones.

Vuelve a mí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora