36

28K 1.5K 249
                                    

.

(Narra Randall)

Estos días no me he sentido de lo mejor y eso muchos lo saben. Las chicas me odiaban, los chicos me presionaban para decirle la verdad a Chelsea, pero no lo haría. Saqué mi cigarro y lo encendí cuando note que Talía se acercaba a mí. Me había citado en donde siempre nos encontramos, el estacionamiento.

– Hola cariño – me rodeo con sus brazos sobre mi cuello.

– Mira que aquí no tienes que fingir – quite sus brazos – nadie nos ve.

– ¿Qué no estas feliz de que estemos juntos?

– ¿A la fuerza? – reí – por favor Talía, ya deja de fingir.

– ¿Tanto te gusta esa estúpida becada? – expresó más que furiosa.

– Ella no me interesa – mentí – solo la he besado un par de veces, pero es solo eso y te recuerdo que tú también eras becada cuando llegaste aquí – Talía apretó la mandíbula.

– Es diferente. – habló apretando ligeramente la mandíbula.

– Por dios Talía, fingiste una vida que no tenías, lo hiciste porque tu verdadera vida apestaba o más bien, apesta. – solté mi cigarro.

– No me provoques Randall.

– Entonces no te burles de los becados y yo solo digo la verdad. Tu padre no era millonario Talía, tu padre era...

– Cállate Randall – me advirtió – tu tampoco eres una blanca palomita, tu hiciste que mi vida apestará.

– Eso es mentira, tu hiciste que la mía fuera una mierda. No hablaré más de esto contigo y te diré una última cosa, deja a Chelsea en paz y eso también dile a tus sirvientes.

– ¿Mis sirvientes? – rio.

– Harold y Yannel, no te hagas la estúpida.

– Hola a la parejita feliz – Raquel y su sarcasmo, comenzó acercarse, inmediatamente actuamos como la pareja feliz.

– Hola cuñada. – sonrió Talía.

– ¿Si irán a la fiesta de Wendy?

– Si – contestó mi querida novia – es muy amable que me invitaran, solo que los alcanzaré por allá, tengo que cosas que resolver.

– Perfecto, por nosotros tárdate todo lo que quieras – estuve a punto de reír por el comentario de Raquel – nos vemos.

– Ya me tengo que ir – solté su mano con brusquedad – tengo entrenamiento de box.

– Esta bien, nos vemos en unos días – sonrió con malicia. Me alejé de ella inmediatamente, no la soportaba.

Llegué a mi dormitorio para dormir un poco antes de ir al gym. Las competencias de boxeo estaban en curso y yo estaba más que preparado para partirles las caras a mis rivales, eso es lo único que me hacía bien. Me recosté en la cama, enseguida cayo una manta en mi rostro, logró asustarme, la tomé entre mis manos y note que era la cobija de Chelsea. Fue el día cuando estaba demasiado borracho como para entrar a su dormitorio, admito que fue algo acosador, pero no sabía lo que hacía. Ella me ayudo a que pudiera dormir mejor y me la llevé porque huele a ella.

Vuelve a mí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora