Capítulo 49:

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Las cejas de Matt se arquearon. 

― Basura. ― Catalina le explicó a él con un toque sarcástico ― Nuestro cubo de basura está lleno. Mi madre me preguntó si podía tirar esto ya que estaba saliendo. 

Matt no parecía creerle, y Catalina no perecía que le importara. Me levanté, mis brazos cargaron con el equipo del traje, y tragué mi ardiente frustración. Moviéndome a través de las mesas, tomé el pasillo que conduce de vuelta a los baños. El corredor estaba pintado de terracota y estaba decorado con máscaras, sombreros de paja y muñecas de madera. Hacía más calor aquí y sequé mi frente. El plan ahora era terminar con esto tan rápido como fuera posible. Tan pronto como volviera a la mesa, formularía una excusa sobre tener que salir, y empujaría a Catalina hacia afuera. Con o sin consentimiento. 

Después de echar una ojeada por debajo de tres casillas del servicio de damas y confirmar que estaba sola. Cerré la puerta principal y vacié el contenido de las bolsas de 7-eleven en el mostrador. Una peluca rubio platino, un sostén de copa púrpura, un top de tirantes negro, una minifalda de tachuelas, medias de malla rosado encendido y un par de zapatos de tacón de punta talla ocho y medio de cuero de tiburón. 

Metí el sostén y el top de tirantes y las medias de malla de nuevo dentro de las bolsas. Después de quitarme mis jeans, me puse la minifalda. Metí mi cabello debajo de la peluca y me apliqué el lápiz labial. Me cubrí con una generosa capa resplandeciente de brillo labial. 

― Puedes hacer esto. ― Le dije a mi reflejo, saltando la capa de brillo y presionando mis labios juntos ― Puedes actuar a lo Mariana Gonzalez. Seducir a hombres por secretos. ¿Tan difícil puede ser? ―

Me quité mis lustrosos mocasines, los metí en la bolsa junto con mis jeans, luego tiré la bolsa debajo del mostrador, fuera de la vista. ― Además, ― Continúe ― no hay nada de malo en sacrificar un poco de orgullo por información secreta. Si quieres enfocar esto con una perspectiva morbosa, aún podrías hablar si no tienes respuesta, podrías terminar muerta. Porque te guste o no, alguien allí fuera quiere hacerte daño. 

Balanceé los tacones de cuero tiburón en mi línea de visión. No eran las cosas más feas que hubiese visto. De hecho, podrían ser considerados sexys. Juws, Maine es de temperatura fría. Me los até y practiqué caminando por el baño varias veces. Dos minutos después fácilmente me dirigí hacia la barra del bar. 

El camarero me miró. 

― ¿Dieciséis? ― Supuso ― ¿Diecisiete? 

Parecía más o menos diez años mayor que yo y tenía el pelo castaño en entradas que llevaba bastante afeitado. Un aro de plata colgaba de su oreja derecha. Camiseta blanca y levis’s. No se veía mal… ni bien, tampoco. 

― No soy una consumidora menor de edad. ― Le dije fuertemente por encima de la música y la circulante conversación ― Estoy esperando a un amigo. Tengo una gran vista de las puertas aquí. ―

Recuperé la lista de preguntas de mi bolso y discretamente coloqué el papel debajo de un salero de vídrio. 

― ¿Qué es eso? ― preguntó el camarero limpiando sus manos en una toalla y gesticulando hacia la lista. 

Deslicé la lista más allá bajo el salero. ― Nada. ― Dije toda inocente. 

Él levantó una ceja. Decidí ser sencilla con la verdad. 

― Es una lista… de compras. Tengo que comprar algunos comestibles. Para mi madre de camino a casa. ―

¿Qué pasó con coquetear? Me pregunté. ¿Qué pasó con la Mariana Gonzalez? 

Él me dio una mirada escrutadora que decidí que no todo era negativo. 

― Después de trabajar en este empleo durante cinco años, soy bastante bueno descubriendo mentirosos. ―

― No soy una mentirosa. ― Dije ― Quizás estaba mintiendo hace un momento, pero es solo una mentira. Una pequeña mentira no te hace ser un mentiroso. 

― Pareces una periodista. ― Dijo él. 

― Trabajo para el sitio web de mi escuela. ― Quería sacudirme. Los periodistas no infundían confianza en la gente. La gente generalmente sospechaba de los periodistas ―

― Pero no estoy trabajando esta noche. ― Corregí rápidamente ― Estrictamente noche de placer. Nada de trabajo, ni base de datos, nada en absoluto. 

Después de unos cuantos minutos de silencio decidí que la mejor jugada era aventurarme primero. Aclaré mi garganta y dije: 

― ¿Es el Borderline el lugar predilecto de empleo para estudiantes de secundaria? ―

― Tenemos a muchos, sí. Camareras y ayudantes, y por el estilo. ―

― ¿En serio? ― Dije fingiendo sorpresa ― Tal vez conozca algunos de ellos. Pregúntame. ―

El camarero alzó sus ojos hacia el techo y se rascó sobre su barbilla. Su mirada en blanco no inspiraba mi confianza. Por no mencionar que no tenía mucho tiempo. Matt podría estar echando drogas mortales a la coca-cola light de Catalina. 

― ¿Qué tal Liam Payne? ― Pregunté ― ¿Él trabaja aquí? ―

― ¿Liam? Sí, trabaja aquí. Un par de noches y fines de semana. ―

― ¿Estaba trabajando el domingo por la noche? ―

Intenté no sonar demasiado curiosa, pero necesitaba saber si era posible para Liam haber estado en el muelle. Él dijo que tenía una fiesta en la costa, pero quizás sus planes habían cambiado. Si alguien verificaba que estaba en el trabajo el domingo por la noche, podría descartar su participación en el ataque de Catalina 

― ¿El domingo? ― Dijo indiferente ― Las noches son agitadas. Intenta con las camareras. Una de ellas lo recordará. Todos se ríen por nada y son un poco chiflados cuando él está por ahí. 

Él sonrió como si yo pudiera de alguna manera simpatizar con ellos. Y dije: 

― ¿Podría tener acceso a su solicitud de trabajo? ―Incluyendo la dirección de su casa. 

― Eso sería un no. ―

― Solo por curiosidad. ― Dije ― ¿Sabes si es posible poder ser contratado aquí si tienes un crimen en tu expediente? 

― ¿Un crimen? ― Soltó una gran carcajada ― ¿Estás bromeando? ―

― Está bien, quizás no un crimen, pero ¿qué tal un delito menor? ― Extendió las palmas de sus manos en el mostrador y se acercó.

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-A

Ángeles Caídos.. {Liam & Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora