Capítulo 6: Desafiante

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Theo

A medida que se aproximan siento que no puedo respirar; la chica es preciosa, pero más que eso hay algo en ella que me tiene cautivado, pero no logro percibir qué es.

Sé que no hay una luz desde el cielo alumbrando donde ella pisa o que irradia la más profunda y hermosa de las esperanzas, ni que se ve feliz. No, nada de eso. En realidad se ve triste, enojada y un poco rota. Pero no puedo evitar sentir cómo algo dentro de mí despierta cuando ella me mira a los ojos.

Abro la puerta para ellos dos, y la dejo totalmente abierta rogando al cielo para que Petrov no me ordene cerrarla y quedarme fuera.

No puedo imaginar qué es lo que Petrov quiere con ella.

−Supongo que eso es una de las cosas que cambió en mi ausencia... −dice refiriéndose a mí, aquella expresión me hace mirarla con la mandíbula apretada. Odio que me traten como si fuera el títere de Petrov, aun cuando en cierto modo lo soy.

−Veo que estás de muy buen humor después de todo... −dice Bastian sonriente a la chica que lo ve con algo parecido al odio.

Se deja caer de manera despreocupada sobre el sofá haciendo que su cabello se alborote un poco.

−No voy a dejar que me doblegues o intentes humillar para hacer caer a tus pies, nunca más, así que no suplicaré, simplemente haré mi trabajo y me dejarás en paz, eso será todo entre nosotros−declara intentando parecer relajada, pero no se da cuenta del juego nervioso entre los dedos de sus pies.

−Tengo un trato para ti−dice el jefe mientras se apoya sobre el escritorio y se cruza de brazos clavando su mirada de manera acusatoria sobre ella. Aunque parece que no le afecta, como si no le temiera.

−No me digas... −suelta una pequeña carcajada, que aunque es melodiosa y bonita, me resulta inquietante.

Me remuevo incómodo en mi lugar. Ojalá no colme la paciencia del jefe. He visto lo que sucede con las chicas cuando no hacen lo que él quiere.

−Hablo enserio−dice con voz firme−Volverás a tu antiguo trabajo, lo de siempre, más unas funciones extra−al ver la expresión enojada y llena de amargura en el rostro de la chica sonríe, como si supiera algo que nadie más sabe−El trato es el siguiente; podrás salir una vez al mes, con vigilancia, claro está, tendrás doce horas, no saldrás de Londres, pero podrás ir adónde quieras siempre y cuando cumplas con tu trabajo−su semblante es serio y calculador.

Por la manera en la que se remueve en el sofá sé que lo está pensando, cosa que no entiendo, ¿para qué pensarlo? quizá pueda conseguir ayuda mientras está fuera.

−De acuerdo−dice tras un largo y ruidoso suspiro−Cabe aclarar que no seré una de tus chicas, haré mi trabajo, solo eso, si alguna de tus labores extra incluye ser una prostituta puedes tirar del gatillo cuando gustes porque no lo haré, ¿está claro? −pregunta mientras se levanta del sofá. Trago en seco, su declaración me ha dejado sorprendido; ¿Acaso alguna vez mi hermanita ha pensado en quitarse la vida? ¿Alguna vez se lo ha pedido a Petrov?

−Está bien. Y más te vale hacer tu trabajo como una diosa, porque tu paseo mensual correrá por mi cuenta−dice Petrov en un tono que parece bastante sugerente. No quiero imaginar el trabajo de esta chica que parece cansada y resignada.

−Nunca dudes de lo que soy capaz, lo sabes mejor que nadie−le dice mirándolo a los ojos. Aquello suena como algo íntimo y se entiende como si hubiera una triste y violenta historia entre ellos dos.

−Solo quería que lo recordaras−le da una pequeña sonrisa que parece más una mueca.

−No hace falta−responde ella cortante

−Bienvenida de vuelta, Liah−le extiende la mano pero ella retrocede unos pasos

−Deja las formalidades para otra ocasión−dice ella con ironía.

−No agotes mi paciencia Liah−la reprende.

−¿Qué vas a hacer si lo hago? lo peor que podías hacerme ya lo hiciste. No hay nada que pueda dañarme, ni siquiera el bastardo inservible que sé que se muere por golpearme hasta el cansancio−toma una profunda respiración para continuar−Tú mismo lo dijiste, no tengo alma, estoy vacía, así que ya no que nada que puedas hacer para herirme−su voz parece temblar, pero vuelve a respirar y se calma.

−Llévala a su cuarto; el último en el pasillo siete−me ordena Petrov. Yo asiento con lentitud.

−No es necesario que mandes a tu muñeco Ken para escoltarme, puedo ir sola, igual no tengo a dónde ir−está bastante molesta, y ya estoy captando quién recibirá su furia.

−Pero deberás acostumbrarte, después de nuestro último incidente no quiero que vayas a intentar una de tus locuras−dice con voz paternal.

−Ya te dije que no lo necesito.

−Pues acostúmbrate, él será tu sombra−sentencia Petrov indicándome llevarla fuera.

A mí no me desagrada alejarme un poco de Petrov, pero ya estoy entendiendo lo que quiso decir el Señor cuando me pidió paciencia con esta chica.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora