Capítulo 34: El hermano de la rubia y una triste historia

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−¿Y bien?−pregunta Petrov haciendo que voltee a mirarlo confundida.

−¿Qué?−parpadeo varias veces.

−¿Qué canción piensas cantar mañana?−inquiere irritado.

−Fever−respondo en automático.

Después de todo si no enfrento mis miedos nunca podré superarlos; el fuego se apaga sofocándolo, no rodeándolo, de lo contrario seguirá consumiendo todo y eventualmente nos alcanza.

−Buena elección−da una palmada alegre.

Val me mira desde el sillón que está frente a las dos camas.

−¿Cantarás mañana?−escucho la puerta cerrarse, después le pone seguro. Me enfoco en la rubia, está aliviada de que Bastian se haya ido.

−Acabas de escuchar la canción que elegí−respondo lentamente.

−Lo siento, es solo que nadie quería hablar sobre lo que hacías...−es tímida, pero puedo notar que tiene un gran interés en mí.

−Eso es porque nadie puede explicar lo que puedo hacer mientras canto, es mucho más complicado que dar un bonito show con bailarinas y unos buenos músicos...−le digo invitándola a sentarse a mi lado.

Recuerdo mi último show, fue un desastre, el mejor desastre de todos; cincuenta chicas libres y dos niños llorando de alegría debajo de un puente muertos de frío pero con el corazón ardiendo de emoción.

−¿Quiénes eran esas personas que visitamos hoy?−pregunta una vez que está a mi derecha.

−Personas que perderán mucho dinero gracias a mí−le digo riendo por la primera vez que sucedió, fue extraño, pero para una chica de catorce años era como magia.

−¿Sabes cómo está mi hermano?−pregunta después de unos segundos. Inmediatamente la veo asombrada.

Ella pierde todo rastro de color en su rostro, no puede articular palabra, yo tampoco puedo hacerlo.

Todo pasa frente a mí como recuerdos en cámara rápida, las piezas caen en su sitio y yo salto de la cama sobre mis pies, todo me da vueltas.

Ella no puede quitar sus manos de su rostro.

−¿Petrov lo sabe?−es lo primero que puedo decir.

Menea la cabeza negando.

Guardo silencio, todavía no termino de procesarlo.

Me siento mal por insinuar tantas veces que al Ken le gustaba la rubia.

Seguramente solo quería protegerla.

Ahora entiendo por qué algunas cosas en la historia de cómo Petrov conoció al chico no me convencían, pero ahora todo encaja.

−¿Por eso es que Theo entró al Club? ¿Por ti? ¿O él entró antes?−indago.

Tomo asiento a su lado, ella baja las manos de su rostro lentamente.

−No le diré a Bastian si es lo que crees, solo le vendo información a sus enemigos−aclaro.

−Theo entró a esto por mi culpa−suspira ruidosamente. Se quita el abrigo y se recuesta en la cabecera de la cama, yo hago lo mismo.

Me cuenta su historia sin despegar la vista de la pared al frente.

Luego comienza a llorar de la nada.

Intento consolarla, no sé cómo hacerlo.

Entonces recuerdo una vieja canción que solía cantarme J, canto en voz baja durante casi una hora hasta que se queda dormida a mi lado mientras abraza la almohada.

Su historia es triste, pero siento algo de envidia, ella tiene a Theo, quién se arriesga cada día por ella, mientras que yo estoy sola, he perdido a J y a Alec.

Petrov llega casi a la madrugada. Parece haber tomado unos tragos pero sigue bastante sobrio.

−Ve a dormir Bastian, ella se queda conmigo−le digo sin muchas ganas de pelear mientras apago la lámpara que está en medio de ambas camas.

Mira con el ceño fruncido a la chica que sigue dormida, pero finalmente se va a su cama y se duerme casi de inmediato.

Yo tardo mucho más en poder dormir.

Algo en mi interior me dice que será un gran día.

Lo descarto en cuanto volvemos al burdel y me paso todo el día ensayando con los músicos y las bailarinas.

Por suerte no perdimos mucho tiempo haciendo el acople con los músicos porque ellos parecían recordar bastante bien la canción, por otro lado nos tardamos casi todo el día en acoplar la coreografía a la canción para que todo quedase como un buen show.

Marion, el coreógrafo quedó satisfecho a pesar de que las primeras dos horas quería matar a la mitad de las bailarinas por equivocarse en una de las entradas.

Finalmente voy a la nueva habitación y escojo un vestido al azar, dorado, estilo trompeta, dejo mi cabello suelto con unas ondas bien marcadas y muy poco maquillaje, unos stilettos color crema y tomo un abrigo negro.

A las 10:55pm salgo de la habitación directamente hacia la planta superior.

Me sorprendo al ver al Ken moreno con un lindo smoking esperando detrás del escenario, aquella divertida expresión me roba una sonrisa.

−Cierra la boca, quiero terminar con esta tortura rápido−quito aquella expresión de mi rostro y camino hacia las escaleras, él intenta ayudarme pero lo esquivo, su tacto es cálido, y yo siento que el frío en mi interior me quema.­­­

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora