Estamos solos.
Nadie vendrá a ayudarme esta vez.
Tengo miedo.
Pero Kena está a salvo. Entonces todo estará bien.
A veces se tiene la idea de que un final feliz es aquel donde se obtiene todo lo que se quiere, pero he aprendido que los verdaderos finales felices son esos en los que más allá del bienestar propio se puede ser testigo de la felicidad de las personas que uno ama.
−¿Recuerdas que hace dos años te prometí que te compensaría?−Ryan está muy cerca. Puedo sentir su aliento alcoholizado en mi rostro. Es cálido, pero sofocante.
No respondo. Creo que he olvidado cómo hablar. Me siento como ese lejano día hace más de catorce años cuando J me rogaba salir de casa y yo estaba tan aterrorizada que no podía ni moverme.
−Tengo un regalo para ti−dice corriendo al armario que está junto al baño.
Cualquiera diría que es el mejor momento para escapar, pero sé que desde el momento en que Theo se llevó a Kena, la puerta de esta habitación quedó custodiada por su guardia personal.
No tengo escapatoria. Solo un milagro podría salvarme del infierno que Ryan tiene preparado para mí.
Vuelve con una caja, está atada con un lazo de satín color verde esmeralda. El color de inmediato me provoca escalofríos.
−Lo busqué por mucho tiempo, pero lo conseguí−dice con una emoción que me deja más aterrorizada que antes−Me pareció que si retomaríamos donde lo dejamos lo justo sería que todo estuviera como aquel glorioso día−saca un vestido de satín verde esmeralda, ceñido en el torso, totalmente suelto hacia abajo y con una abertura pronunciada en el lado derecho dejando descubierta una pierna.
Es el mismo vestido que volvió trizas aquella noche.
−Si todo sale bien, podrías llevártelo en una sola pieza, ¿qué te parece?−se acerca con pasos lentos.
Esta noche no está drogado, no está ebrio.
Esta noche es totalmente consciente del daño que hará. Sabe perfectamente que una vez que me ponga ese vestido me quebrará otra vez. Sé que podré soportarlo, pero no estoy segura de que Kena se perdone a sí misma por lo que ocurrirá esta noche, porque sé que no lo ha hecho por ninguna de las veces anteriores.
−Sabes que aunque fue mi decisión quedarme en su lugar nunca más podré volver a quererte, ¿cierto?−me obligo a mirarlo a los ojos.
−Sé que nunca podré tener tu corazón, pero esta noche tu cuerpo será mío, y te volveré a tener cuantas veces me plazca, tengo el dinero suficiente para hacerte mía hasta que me harte de ti−no hay emoción, no hay sentimientos, sólo un hombre que necesita hacer daño para sentirse dueño de algo o de sí mismo.
Asiento lentamente.
Sé cuál es mi valor, pero también sé que en este mundo de sombras se le puede poner precio a un cuerpo, porque nos ven como recipientes vacíos en los cuales pueden verter todo su odio, su frustración, su enojo y su dolor. Nos quitan todo para darnos lo que ellos no quieren sentir sin entender que cada herida que nos provocan también los alcanza a ellos.
Tomo el vestido con las manos temblorosas.
−¿A dónde vas?−me toma del brazo sin ejercer mucha presión. Sabe que tiene el control, no necesita usar su fuerza, no aún.
−Quiero un último momento de privacidad, si no te molesta−lo miro a los ojos. Verde brillante, como un día de primavera al medio día. Pero siempre me gustaron más los días nublados.
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Jardín de mariposas (Golden Souls #1)
Spirituale¿Cuál es el precio de la libertad? ¿Qué tanto estás dispuesto a sacrificar por las personas que amas? Liah es la antigua cantante de un burdel en Londres que es la base de los negocios de la mafia Rusa dirigido por Bastian Petrov. Hace dos años que...