Capítulo 68: Juan 15:13

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El infeliz de Bastian cree que podrá escapar, pero casi puedo asegurar que la primera explosión fue su helicóptero estallando en mil pedazos, aunque no estoy muy segura de las siguientes dos que sacuden todo el lugar y amenazan con hacer venir abajo el techo.

Busco por todo el salón principal a la rata escurridiza de Petrov mientras esquivo a algunos guardias que pese a que van perdiendo se mantienen firmes ante la decisión de no dejarnos salir con vida de este lugar.

Es gracioso cómo se puede ser leal a una persona pero traicionar tan fácilmente tus principios. Quiero ser la clase de ser humano que no traiciona a sus principios, que es tan leal a las personas como a sí misma.

En un abrir y cerrar de ojos el lugar está lleno de humo, los cables de escenario han hecho un corto circuito y el fuego se esparce con un hambre voraz arrasando con todo a su paso.

Los hombres de Bastian y nuestros aliados luchan por quitar la barricada de la puerta principal para salir antes de que las llamas los alcancen.

Bajo las escaleras intuyendo que el jefe debe estar en su oficina salvando su caja fuerte.

No hay dinero ahí, sólo los documentos que podrían incriminarlo lo suficiente como para que ni todo el oro del mundo lo libre de la cárcel.

Con todo mi corazón espero que Theo haya logrado sacar esos documentos de ahí.

Corro por los pasillos sintiendo que es como un laberinto sin fin que conozco como la palma de mi mano pero aun así no deja de ser perturbador que no haya una salida.

Alguien al fondo del pasillo grita por ayuda.

No, no puede ser.

−¡Kena!−grito como si solo con mi voz pudiera llegar hasta ella.

De nuevo otro grito.

Estoy segura de que es ella.

Hace años no sentía este miedo.

Como un monstruo gigante, con garras afiladas que destroza todo dentro de mí, que se alimenta de mi angustia, del dolor en mi pecho y del temblor en mis manos. El frío en mi interior quema, pero al mismo tiempo el calor de las llamas sobre nosotros es abrazador.

Escucho disparos en el otro extremo del pasillo.

Dos hombres luchan ferozmente, dando un golpe tras otro, la sangre en sus manos, salpicando pequeñas gotas en las paredes es como una obra arte abstracta.

Quedo absorta en la pelea hasta que otro grito me saca de mi ensimismamiento y el tiempo vuelve a correr para mí.

Reconozco a uno de los hombres, su nombre es Liam, fue uno de los primeros guardias en apoyarnos.

Me debato entre dejarlo pelear o ayudarlo pero hacer esperar a Kena.

Finalmente hago lo que sé que ella haría.

Saco una mis navajas de debajo de mi pantalón y mientras me acerco con sigilo al par de hombres que siguen dándose golpes Liam me ve y en un movimiento rápido y sincronizado inmoviliza a su oponente el tiempo suficiente para que lance mi navaja directo en el cuello del otro hombre.

Liam lo deja caer al suelo y le quita la navaja del cuello acelerando la muerte del hombre, la limpia con el borde de su chaqueta y me la entrega.

−Iré afuera a ayudar, los refuerzos del jefe llegaron, te debo una−asiente con solemnidad y se pierde en el pasillo hacia el túnel de salida.

−Muy bien, Kena, resiste−guardo la navaja y le doy una última mirada al hombre que yace en el suelo sobre el charco de sangre que se sigue extendiendo y manchando el piso alfombrado.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora