Capítulo 45: Cuando el dolor explote

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Max intenta separarse de mi abrazo, no soy tan fuerte como él y me aparta con fuerza, duele ser rechazada, pero comprendo la necesidad irremediable de estar a solas con su dolor.

−Lo mataré−dice entre dientes yendo directo a la puerta.

Es tan rápido que me cuesta horrores seguirle el ritmo.

Va por el pasillo, no puedo alcanzarlo, se siente tan lejano, como si por cada paso que doy él avanzara diez más, pero también lo siento lejos más allá de la distancia física, como si estuviéramos más separados ahora que hace semanas cuando aún creía que había matado a Alec.

El pasillo se siente como si no tuviera fin, es oscuro y frío, pierdo el aliento. Y grito tan fuerte como puedo su nombre una y otra vez, pero no escucha, se ha ido, como si hubiera alguien más tomando el control de su cuerpo, no hay forma de que yo pueda controlarlo.

Sube las escaleras hacia el salón del burdel que se encuentra en completa oscuridad a esta hora de la madrugada, pero ambos conocemos tan bien el lugar que sabemos perfectamente el camino hacia el estacionamiento donde está su camioneta, estoy segura de que quiere ir a la casa de su padre, si se sube a ese auto ya no podré detenerlo y por segunda vez lloraré la muerte de alguien a quien amo.

Porque amo a Max, de una forma que es difícil de asimilar porque no puedo apartar de mi mente los malos ratos de los últimos años pero me esfuerzo por rescatar retazos del pasado donde él me dio esperanza y cariño, me regaló luz en la más profunda oscuridad y me hizo sentir segura aún en medio del infierno.

Y estoy dispuesta a darle justo lo que él me regaló cuando sentía que no podía seguir adelante; le daré la luz que le falta a esa noche eterna en la que está perdido ahora.

Corro hacia él con todas mis fuerzas, pero sigue sin ser suficiente.

Los guardias en la puerta le dejan pasar.

Pero no ocurre lo mismo conmigo, quedo atrapada en un enredo de brazos, intento pasar por algún lado pero me es imposible, entonces retrocedo con los ojos llenos de lágrimas viendo cómo Max se aleja hacia su camioneta con la clara determinación de asesinar a Bastian para vengar la muerte de su madre, sin ser consciente de que no logrará no volverá con vida.

A su padre no le temblará la voz para dar la orden y mi amigo terminará en alguna tumba sin nombre.

−Por favor, déjenme pasar, por favor−pido a los guardias que ponen su mirada al frente sin mirarme siquiera.

Max ya se ha subido al auto.

−Péguenme un tiro si intento escapar, sólo necesito detenerlo−la voz se me quiebra ante la súplica, sólo necesito que me dejen pasar para evitar que mi amigo muera.

Pero permanecen indolentes.

Dios, ¿Qué hago? ¿Cómo rayos evito que cometa el peor error de su vida? ¿Cómo lo ayudo?

Theo

Su nombre aparece en mi mente y la respiración se me va.

No sé si sea lo mejor, pero es la única persona aquí que puede ayudarme.

Corro escaleras abajo al primer sótano y voy al pasillo de los guardias, supongo que si Theo es el principal en su anillo de seguridad estará en la última habitación al fondo del corredor.

Toco la puerta tan fuerte como puedo, me duelen las palmas de las manos por el impacto con la fría madera pero no supera el dolor en el pecho que provoca mi corazón desbocado, siento que estoy en una carrera contrarreloj para salvar la vida de Max. Theo no abre la puerta, vuelvo a tocar, algunos guardias salen de sus habitaciones y vienen sobre mí, me arrastran por el pasillo del cabello, todo pasa muy rápido, pateo, doy golpes y recibo otros tantos en las costillas y en la cabeza que me desorientan un poco.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora