Capítulo 27: Cajas sospechosas

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Theo

El día siguiente llega con fuerzas renovadas, me siento mejor que ayer y sé que es su misericordia la que me sostiene.

Vuelvo a mi rutina antes de pararme junto a la puerta del jefe, y una vez que estoy allí me sorprende notar que no se encuentra; él siempre llega temprano.

Espero al menos una hora, hasta que aparece gritándole a alguien por el teléfono.

Se le nota cansado y tiene unas grandes ojeras bien marcadas, y parece que también una fuerte resaca por el modo en que evade la luz

No entiendo nada ya que habla en ruso.

−Theo−saluda, yo asiento con la cabeza y abro la puerta para él.

Sigue su camino hasta el escritorio donde mira algunos papeles hasta que saca una hoja amarilla y la revisa detenidamente.

−пока пока−su voz parece extraña cuando habla en su lengua materna.

Parece que se despide de la otra persona al teléfono y sigue mirando la hoja.

−Theo, en un rato van a traer unas cajas a mi oficina, quiero que las revises bien, mira que no haya drogas, armas, papeles o cosas diferentes a lo que hay en esta lista, Kena vendrá a ayudarte, revisa todo, no quiero sorpresas−advierte mientras me entrega la hoja.

Es una lista bastante peculiar, al principio hay como cincuenta referencias que parecen ser de ropa, luego zapatos, todos de la misma talla, y juegos de accesorios de diferentes marcas, y por último una lista con cosméticos, reconozco algunos, solía regalarle maquillaje a mi madre y a Val, era en lo único que acertaba, no soy bueno dando regalos.

Vuelvo a mi lugar en la puerta hasta que efectivamente llegan unos cinco guardias cargando varias cajas y detrás vienen Max y Kena, caminando a la par sin darse cuenta.

Ambos entran a la oficina, puede sentirse el odio mutuo entre ellos dos.

−Tengo que volver al hotel con Liah, nos veremos en la noche−toma su teléfono y le dice algo al oído a Max, quien asiente lentamente−Y Kena, ya sabes qué hacer, quiero todo listo cuando regrese−sale de la oficina con pasos duros y constantes.

Los guardias se van detrás de él y Kena suelta el aire que ni me había percatado de que estaba reteniendo.

Max por su parte espera en la puerta mirando el pasillo por el que ha salido su padre y luego pone su mirada sobre Kena, quien ya ha comenzado a abrir las cajas.

−Tengo que salir, cúbreme−le dice a Kena.

−¿Cuándo regresas?−pregunta. Siento como si no existiera para ninguno de los dos, perece que no importa mi presencia en la habitación, y no me ofende, solo es interesante cómo pueden enfrascarse tanto en ellos que olvidan el resto del mundo a su alrededor.

−Antes que mi padre−responde.

Aún se puede sentir el odio entre ambos, pero algo es diferente, una tregua silenciosa.

−Dale mis saludos−es lo único que la chica dice antes de volver a sus labores.

Max sale de la habitación sin decir nada más, pero noto un destello extraño en su mirada antes de salir.

−¿Qué fue todo eso y cuándo subiste de rango? ¿De qué me perdí estos días?−pregunto saliendo de mi estado de shock.

−Max es un gusano sucio y repugnante, pero las madres son sagradas en el Golden club−su semblante ha cambiado; solemne y perturbada−Hay una tregua entre nosotros−supongo que se refiere a Liah, Max y ella−Él va una vez al mes a ver a su madre y nosotras lo cubrimos, a cambio nos debe un favor−la miro con recelo, pensando en cuánto daño les ha hecho a ambas y me sorprende que aún cumplan con su promesa−Lo sé... es un maldito bastardo...−parece cansada y nostálgica−Ni Liah ni yo tenemos una madre a la cual extrañar, él sí la tiene, y ella también lo extraña, incluso siendo así de estúpido, su madre no tiene la culpa de haberse enamorado del hombre equivocado−finaliza y prosigue a abrir la última caja.

−¿Y Liah aún está dispuesta a seguir con su trato a pesar de todo?

−No lo sé, a veces cumple sus promesas a medias−saca un par de cajas pequeñas de varios colores; perfumes.

−¿Y tú?−tomo una caja y comienzo a sacar cajas de zapatos.

−Siempre que no ponga a nadie más que a mí en riesgo.

−¿Por qué?

−Siempre puedo cobrarle los favores−responde con simpleza.

−¿Y qué hay de tus nuevas obligaciones?−pregunto, ya he sacado más de diez cajas de zapatos, todos de diferentes marcas. Esto será interesante.

−Liah llegó a un acuerdo con Petrov, nunca más prostituta a cambio de un trabajo impecable por parte de ella−su sonrisa está totalmente rota, pero en las fisuras puedo ver esperanza.

El mundo se me cae un poco más, daría todo por una oportunidad así para Val.

−¿No eras una mesera?−siento que mi voz puede traicionarme en cualquier momento.

−La única intocable aquí es Liah, el resto somos moneda de cambio−su mirada se pierde unos segundos, los recuerdos parecen atormentarla.

−No creo que sea intocable−ya van quince pares de zapatos.

−Lo es hasta que Petrov decida lo contrario, y aún después de eso su interior permanece intacto−me da la espalda, pero sé que sus ojos grises se han nublado aún más.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora