Capítulo 55: Plata Líquida

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Hace dos años

−No tienes que seguir haciendo esto−dice Kena una vez más.

Creo que es la quinta vez en menos de una hora.

Irritante, pero puedo soportarlo, sigue respirando, sigue sonriendo, sigue siendo ella, con unos moretones demás, pero esos se borran, la herida que intentó hacerle Ryan es algo que ninguna de las dos hubiera podido soportar.

Han abusado muchas veces de ella, tengo los nombres de cada maldito monstruo que se ha atrevido a ponerle un dedo encima, prometí hacerlos pagar. Pero con Ryan hubiera sido diferente, no es como alguien que paga por un momento de placer, él quería hacer todo el daño posible.

Sabe que cada herida de la pelirroja me duele, sabe que cada corte me lastima a mí también.

Vi en sus ojos el deseo insaciable de quebrarme, de romper mi voluntad, mi esperanza y la poca luz que aún habita en mi interior.

−Todavía no lo entiendes...−digo riendo con amargura−Después de todos estos años no has podido entender que si te disparan la bala siempre me alcanza a mí−ella deja de curar mis heridas y me mira a los ojos.

Le devuelvo la mirada, es plata líquida, y amenaza con desbordarse de sus ojos.

−Sé que puedes resistir toda la porquería que te arrojan, pero el problema es que no quiero que te llenes de cicatrices, no quiero que te obligues a ser fuerte, no quiero que tu lista de pesadillas siga creciendo...−pierdo el aire, tengo que recordar cómo llevar oxígeno a mis pulmones.

−¿Y qué hay de ti?−su voz tiembla, es extraño verla tan frágil−¿Recibirás cada golpe, vivirás con la armadura puesta y dejarás de dormir para evitar tu propio infierno nocturno?−la amargura en su voz es dolorosa.

Quiero recibir cada maldita bala que quiera dañarte, eres mi familia, mientras esté viva hallaré la forma de protegerte−sentencio bajando de la camilla de la enfermería−No está a discusión−digo sabiendo que está por decir algo más.

Llegar a mi cuarto me hace sentir que estoy en un campo minado, con el primer paso que doy después de cerrar la puerta siento que todo explota dentro de mí.

Los recuerdos de cada vez que alguien le ha hecho daño, todas las veces en que llegué demasiado tarde para recibir el golpe por ella, cada vez que sin importar cuánto luchara no pude protegerla, sus lágrimas bañando mi hombro y sus gemidos martillando mis oídos, el sufrimiento en esos ojos color plata me atormenta... todo duele.

−Voy a protegerte, lo prometo, resiste un poco más−el sonido de mi llanto llena cada rincón de la habitación, porque sé que habrá balas que no podré recibir por ella, y en lugar de sufrir en silencio lloraremos juntas en este mismo cuarto, tendremos las mismas pesadillas y nos obligaremos a ser fuertes la una a la otra.

...

Alguien acaba de darle un gran regalo al segundo amor de mi vida, alguien acaba de hacerme muy feliz, por eso yo les regalo este pequeño capítulo. Espero que lo disfruten.

Los amito mucho, abracitos cibernéticos. 

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora