Capítulo 46: La otra cara de la moneda

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Theo

Algo dentro de mí duele al escuchar a Liah decirle todo aquello a Max, todavía sigo sin entender en qué momento cambió tanto la relación entre ellos, de dónde salió ese tipo de confianza y de intimidad, tantos secretos, tantas miradas cómplices y ese afecto misterioso.

Incluso mi hermana parece confiar en el chico, no sé cómo, no sé por qué pero me hace pensar que hasta le tiene afecto, casi siempre están juntos los cuatro, la única que no ha cambiado conmigo es Kena, pero sé que guarda muchos secretos, no solo suyos, sino de todos.

Noto que la sudadera gris claro de Liah tiene una rara mancha en la parte de atrás.

Me acerco desde atrás para ver mejor, sin importar que aún estén hablando, todo está muy oscuro pero las luces de ambos autos iluminan un poco.

−Tú ganas...−dice Max con la voz ronca y cansada y le ofrece las llaves, los hombros de Liah caen y se relaja.

Pero de pronto su cuerpo se balancea hacia atrás y avanzo rápidamente para tomarla en mis brazos, no es liviana como uno pensaría, en realidad es un peso totalmente muerto y Max me ayuda a sostenerla para que no termine en el suelo.

−Vamos, ayúdame a ponerla en el auto−le pido al chico que corre a abrir la puerta trasera del vehículo personal del jefe.

La cargo y la deposito en el asiento trasero apresuradamente.

−Llamaré a Illarius, llévala a la enfermería y pide ayuda a Kena, no llames a nadie más−me ordena mientras recoge las llaves de su camioneta del suelo.

Asiento y entro al auto.

Vuelvo al burdel tan rápido como puedo. Estaciono y corro en medio de la oscuridad con la castaña en mis brazos todavía inconsciente.

Aun no amanece, paso la puerta, los dos guardias me dejan pasar sin problema y sin hacer preguntas. Me reconocen a mí pero no a la chica en mis brazos, tal vez sin los vestidos lujosos y el maquillaje glamoroso pasa desapercibida. Voy hasta la enfermería y la dejo en una camilla, salgo de nuevo pero esta vez hacia Kena.

Me cuesta recordar dónde está la habitación de la pelirroja, pero al llegar golpeo la puerta con urgencia, ella la abre algo confundida y se sorprende al reconocerme en la penumbra. Tiro de ella y la llevo hacia la enfermería ignorando sus preguntas hasta que está frente a su amiga.

Yo imaginaría que se pondría histérica y lloraría, pero en lugar de eso comienza a revisarla.

−¿Qué ocurrió?−pregunta ella en tono neutro.

−No lo sé, estaba con Max y se desmayó−digo mirando hacia el pasillo.

No sé qué estoy esperando.

Una señal divina no me vendría mal en estos momentos.

−Debe haber algo más, Liah es fuerte, estuvo tres días con Petrov en los calabozos y resistió, esto debe ser algo serio−dice ella mirándome con el rostro serio.

Recuerdo la mancha detrás de su sudadera.

−Revisa su espalda o su cabeza, peleó con unos guardias hace un rato en el ala sur−le digo, cosa que ella hace inmediatamente.

Liah parecía luchar con todas sus fuerzas para llegar a mí.

−Se golpeó la cabeza, todavía está sangrando −dice ella dejando a su amiga recostada de lado.

Me enoja mucho pensar en que los guardias pudieron hacerle eso a ella.

−Max dijo que llamaría a Illarius−le digo mientras ella busca entre los cajones.

−Está bien, puedes irte−dice ella sacando gasas y alcohol.

−Me quedaré, quiero ayudar−le digo ofendido, no la traje hasta aquí solo para dejarla así sin más.

−Mira, no sé qué pasó, pero solucionaremos esto Max y yo, será mejor que no te metas y cuando Bastian te pregunte algo te haces el que no sabe nada... mejor dile a tu hermana que la necesito aquí−su frialdad es extraña e hiriente.

¿Qué rayos pasa con esta gente? ¿Por qué siempre quieren dejarme fuera de todo?

−No voy a traer a mi hermana−le digo desconcertado.

−Bueno, pero igual necesito que te vayas... si Bastian viene será mejor que no estés aquí−dice ella mientras limpia la herida en la cabeza de Liah.

−¿Por qué lo llamas Bastian?−inquiero con curiosidad, he notado que tanto ella como Liah se refieren al jefe por su nombre de pila.

La pelirroja abre la boca para responder pero se calla al ver encima de mi hombro.

−Theo, muchas gracias, pero ya puedes irte−anuncia Max. Me volteo rápidamente y lo miro a los ojos, se siente diferente a hace semanas, definitivamente Kena tenía razón; Liah es mágica, y puede cambiarte la vida.

−No me iré, quiero saber qué carajos pasa con ustedes, con mi hermana y por qué Liah salió como una loca a buscarte−exijo cruzándome de brazos.

Max suspira ruidosamente y comparte una mirada cómplice con Kena quien termina por encogerse de hombros y vuelve a limpiar la herida de la castaña que sigue sin dar señales de vida.

Finalmente se rinde y me habla sobre varias cosas, sé que no es la historia completa, pero aprecio que intenten sincerarse al menos un poco; él fue el primer amigo de Liah en el burdel, la ha cuidado de su padre todos estos años, y ayudó a su hermano a fingir su muerte.

La verdad me cae como un balde de agua fría

Ahora comprendo por qué Liah cambió tanto y se enojó por lo que le dije sobre Max.

Ahora entiendo que la moneda tiene dos caras, al igual que todas las historias y me siento mal por no haberme parado a pensar en que Liah tiene un pasado con casi todas las personas en este mundo oscuro, no sólo del burdel y yo no tengo derecho a emitir juicios sin conocer la historia completa.

−Eso es todo lo que puedo decirte, si cuando Liah despierte decide contarte el resto será su decisión y ninguno de nosotros se opondrá−dice Max finalmente−Ahora, necesito que si no te vas a ir nos ayudes con Val y limpien el auto de mi padre que seguramente está sucio de sangre−pide.

Respiro profundo y salgo de la enfermería en busca de mi hermana, cuando llegamos al estacionamiento ya ha salido el sol.

Val me ayuda a limpiar el asiento trasero en silencio, pero noto que su mirada es extraña.

−Supongo que ya conoces la otra cara de la moneda−dice ella de la nada con una media sonrisa mientras se acerca a mí.

−Sólo un poco−respondo tirando el trapo sucio en el balde de agua marrón.

−Liah es un mar de secretos, al igual que Max y Kena, pero cuando conoces al menos un poco de ellos te das cuenta de que son buenos, en realidad son más que buenos, son supervivientes, han pasado casi toda su vida en este mundo de sombras y aún hay luz en ellos, dales una oportunidad y te aseguro que no te arrepentirás, tú mejor que nadie sabe lo que es tratar de brillar en medio de la noche oscura−me dice con una media sonrisa.

La miro sin reconocerla del todo, no se parece mucho a la hermanita frágil que hace sólo unas semanas me rogaba que fuera a verla en la madrugada antes de dormir.

Una vez más lo confirmo, Liah cambia a las personas, y aunque la oscuridad la persiga tiene la capacidad de dar luz. Mucha luz.

Gracias Liah

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora