Capítulo 19: La mano derecha

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La expresión de la chica es de puro terror, y ni decir la de Theo.

Con todo mi orgullo tomo asiento al lado de Bastian dejando al menos unos centímetros de distancia entre ambos.

−Oh, pero qué tenemos aquí...−tardo unos segundos en reconocer esa voz, hasta que finalmente me encuentro con los ojos resplandecientes y fríos de Fyodor, el abogado de Bastian.

Odio a este hombre casi tanto como a Petrov. Este tipo se encarga de que nadie sepa sobre los negocios sucios de Bastian, paga los sobornos y la mayoría de las veces es quién está a cargo de reclutar a las chicas para el Golden Club y para los otros dos que están en Oslo y en Dubái.

−Púdrete−escupo con una falsa sonrisa que hace que me duela el rostro. Ser hipócrita puede doler.

−Para mí también es todo un placer volver a verte−ignora mi comentario y se sienta a mi lado, guardando algo de distancia, él sabe que soy intocable, al menos hasta que Petrov decide lo contrario, entonces, soy una basura.

−¿Qué te trae por aquí Fyodor? ¿No deberías estar en Oslo?−pregunta Petrov con fingida amabilidad.

−Tienes razón, pero quería ver con mis propios ojos a nuestra pequeña−me recorre con la mirada, es escalofriante y algo abrumador−Pero ya no eres nuestra pequeña, ¿no es así, Liah?−dice con pena, o algo muy parecido.

−Eso es totalmente cierto−digo en el instante en el que Kena llega con una bandeja. Le guiño un ojo y ella suspira aliviada, al menos sé que no vio la escena que protagonizamos Bastian y yo. Lo que me hace recordar a Val y Theo.

Ambos parecen tensos.

−¿No tenías negocios por hacer?−pregunto intentando alivianar el ambiente, y parece que funciona ya que él se levanta para ir a buscar a su futuro socio.

¡Gracias Jesús!

−Cuida a mis diosas... y a mi ángel también, no quiero sorpresas−le ordena a Theo antes de perderse entre la multitud.

−¿Y hace cuánto que volviste a casa?−pregunta Fyodor acercándose a mí.

−Cierra la boca y aléjate sucio cerdo−le advierto separándome de él lo más posible.

Fyodor Gusev, es un tipo alto, como casi todos los malditos rusos, ojos de un azul muy claro, piel sonrosada, producto de las quemaduras por el frío y el sol al que vive expuesto entre Oslo y Dubái. Cabello rubio cenizo, manos grandes y tersas (nótese que nunca hace el trabajo sucio), siempre viste de traje y su acento ruso sigue muy marcado.

Ah, y es una basura como persona, igual que yo, igual que muchos de los que están aquí. Y quizá lo único bueno que ha hecho en toda su vida ha sido ayudar a Amalia a escapar. Claro que Petrov no lo sabe, si lo supiera la cabeza de Fyodor quedaría servida en una bandeja, como la de Juan el Bautista.

Vaya, algo recuerdo de todo lo que J tanto me hablaba.

−No eres más que otro trofeo para Bastian...−escupe, como si ahora le diera asco hablarme.

−Oh, claro que lo soy, uno al que no puedes tocar, así que si no quieres que Petrov sepa de tu traición te irás ahora mismo y me dejarás en paz−le advierto. Me he enterrado las uñas en las palmas de las manos, el dolor ayuda un poco a disipar el enojo.

−No sé de qué hablas−contesta mirando a otro lado.

−Amalia−solo necesito decir su nombre para saber que lo ha entendido todo.

Fyodor se va de inmediato.

Los otros tres me miran algo anonadados.

−¿No le tienes miedo a Fyodor?−pregunta Val con asombro.

−Ya no−respondo con simpleza.

Fyodor y yo también tenemos nuestra propia historia, violenta, cruel y sangrienta. Fue la primera persona a la que vi cuando desperté después de la primera paliza, desde el primer momento supe que debía cuidarme de él, ese primer encuentro terminó mal; Fyodor Gusev estuvo varios días con un ojo morado, un labio roto y la palma de su mano vendada. Yo pasé varias horas encerrada en un calabozo después de que arreglaran mi hombro dislocado.

−No quiero ni imaginar la escena que debes haber armado con Bastian antes de que yo llegara−se queja Kena poniendo la bandeja en una pequeña mesa que está en medio de los sillones de este lado del salón VIP.

−No, no quieres−dice de repente el moreno.

Noto que la pequeña rubia sigue con su mirada sobre mí. Cosa que me incomoda, pero ella parece de lo más emocionada.−Mira pequeña rubia−logro llamar su atención, así que continúo−Tengo una historia aquí, hice cosas que espero nunca que tengas que hacer, he visto otras tantas, me hirieron y destrocé a muchos, no soy una santa, tampoco un héroe, así que deja de mirarme así y busca la forma de tragarte tu miedo y deja también de ver a Bastian como si fuera indestructible, porque no lo es−la chica está algo impactada, traga saliva y se sienta derecha.

−Yo no quería incomodar...−se disculpa.

−Oh, vamos rubia... ¡pero si fue amable contigo!−chilla Kena con una carcajada amarga.

−Eso es cierto−apoyo señalando a Kena.

−No quieres saber cómo fue nuestra primera pelea−completa Kena con diversión.

Si la pequeña rubia supiera que la dulce Kena conoció los calabozos por mi culpa saldría corriendo de inmediato.

−Ella suele ser algo sensible−opina Theo.

−Oh, el Ken conoce bien a la rubia−sugiero con burla.

Por alguna extraña razón me siento bien estando con ellos. Con Kena puedo digerirlo, pero es raro que me sienta de esta forma estando con ellos, no los conozco, pero aun así hay una burbuja de seguridad y familiaridad rodeándonos.

Es agradable, hasta que Petrov aparece, y junto a él alguien a quien no quería volver a ver nunca más.

Incluso Max parece una buena compañía comparada con él.

...

Hoy Wattpad anda loco y como que no le da la gana de publicarme los caps...

Pero bueeeee

¿Alguien se imagina quién podrá ser el invitado especial de la noche? *inserte sticker de cara de maldad*

Por aquí le dejaré otra dedicatoria a Valen que también ha estado apoyando nuestros nenes del Golden Club, loviu beibi <3

Supongo que en este cap aclararán algunas dudas sobre cómo funciona el negocio de Petrov quedarán con algo de intriga sobre Amalia.

Abracitos cibernéticos y no olviden lavarse las manitas.


Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora