Capítulo 24: Monólogo a la madrugada

89 9 0
                                    

Val no ha parado de llorar en más de una hora, es un poco irritante.

Kena no ha pronunciado palabra desde que trajimos a Theo a la enfermería. El doctor dijo que no podía llegar sino hasta dentro de unas horas ya que no estaba en la ciudad, y el acceso al Golden Club a esta hora es casi imposible, hasta el chófer de Petrov podría perderse en el laberinto que es el camino para llegar.

El chico se desmayó poco antes de que pudiéramos ponerlo en la camilla, Kena y yo le quitamos el resto de la camisa y ella le hizo curaciones en los nudillos, algunos rasguños nada profundos en el pecho y los golpes del rostro, lo que nos preocupa son los golpes que no podemos ver, podría no ser nada y que Theo sea un niño mimado o podría estar muriendo, no podemos saberlo ahora.

Veo que Val se sienta a un lado de la camilla y toma la mano del chico, inclina su cabeza y comienza a hablar en voz muy baja. No entiendo nada de lo que dice, pero esa actitud me recuerda a J, por lo que supongo que debe estar orando.

Una incomodidad se instala en mi pecho, es raro, hace mucho no veía a nadie hacer eso.

Camino lentamente hacia ella y pongo mi mano en su hombro, no sé qué hacer o decir, solo siento que debo estar aquí, como apoyo.

Un par de minutos después la rubia termina la oración con un Amén.

−Creo que estará bien−dice mientras palmea mi mano que sigue sobre su hombro. Lentamente me hago a un lado.

−No puedes saberlo−digo con cierta cautela.

−No, yo no, pero conozco a alguien que sí−dice sin más. Camina hacia la puerta y me mira con una sonrisa triste−Yo tengo que ir a trabajar, cuídalo por mí, al jefe no le importará−deja la habitación con la mirada perdida.

−Yo también debo irme, Bastian vendrá en un rato, no digas nada que lo haga enojar, por favor−me pide mientras camina a la puerta.

−¿Qué hora es?−es mi única duda.

−Creo que cerca de las dos−responde dudosa.

−Gracias−le dedico una pequeña sonrisa y regreso mi vista hacia el chico que yace sobre la camilla.

Tomo una silla y me siento lo más cerca posible a la camilla.

−¿Sabes?−le pregunto tontamente al chico, aunque sé que no puede escucharme−Me caes mal, eres irritante, preguntón y bastante insoportable, también inocente y demasiado bueno−tomo su mano, a pesar de las curaciones de Kena sus nudillos se siguen viendo muy maltratados−Sólo a ti se te ocurre pelear por una chica a la que le caes mal...−mi mano al lado de la suya parece pequeña y frágil−Cuando despiertes voy a darte una bofetada, eres muy tonto...−me quejo poniendo mi cabeza sobre el colchón de la camilla, junto a su brazo.

Un rato después noto que está haciendo bastante frío, la temperatura está bajando, busco una manta y lo cubro tanto como puedo, es demasiado alto y la manta no puede cubrirlo del todo.

−Además de tonto resulta que tampoco puedes siquiera usar una manta−digo mientras vuelvo a mi antigua posición−Supongo que la pequeña rubia hablaba de Dios, me refiero a hace un rato, no creo mucho en él, pero si existe no creo que te quiera por allá arriba tan pronto...

Recuerdo de pronto a J, él solía hablar mucho, todo el tiempo, decía casi siempre cosas que no tenían mucho sentido para mí, pero de alguna forma logró que se me quedaran grabadas en el corazón.

−Alguien me dijo una vez que nadie se va de este mundo sin haber cumplido su propósito, no creo que sea tu hora, digo, tampoco te dieron tantos golpes, no sé por qué el alboroto, hasta yo resistí más que tú... La primera vez que estuve en esta enfermería fue tres días después de que Petrov me trajera, tres días de tortura, no fue divertido, pero mira que no hice tanto show como tú, ¿Tan fuerte te dieron en la cabeza?−me río de mí misma.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora