I got sweet taste for men who're older. It's always been so it's no surprise.
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Bucky Barnes. One Shots. Female Reader.
advertencias: quieren asaltar a la rayis #experiencialatam
resumen: un intento de asalto te hace cruzar caminos con alguien inesperado.
parte: I/II
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― Gracias. Ten una linda noche.
Me despedí de beso de mi amiga y salí del local. Ya era bastante tarde, pero había sido un día ajetreado en el café y no podía irme hasta que el último cliente se fuera. Malditos universitarios, sólo compran un café y pasan tres horas chupando el internet y calentando los asientos. Yo también tengo una vida, ¿saben?
Me dirigí a la parada del autobús, con las piernas flaqueando. Estaba ya añorando el cómodo asiento del transporte cuando giré mi vista en dirección del rótulo junto a mí. Era el horario del transporte. Mi pesar creció al darme cuenta de algo: ya no pasaba ningún autobús a esta hora.
Genial, me tocará caminar.
Abracé los brazos alrededor de mi cuerpo a causa del frío, y sin mucha opción, me abrí paso camino adelante.
El viento azotaba con demasiada fuerza, la noche estaba más oscura de lo usual... parecía que todo estaba en mi contra. Las calles estaban solitarias, invadidas por un mortífero silencio. Tenía mucho miedo. El latido intenso de mi corazón era lo único que resonaba como eco en todo el lugar.
― Hola bonita.
Sentí mi corazón detenerse. Tenía miedo de darme la vuelta y encontrarme cara a cara con un arma apuntando a mi frente. Di la vuelta con el corazón en la garganta, y el peor de mis miedos se hizo realidad.
En medio de la nada, sin nadie alrededor para ayudarme, y sin nada para defenderme. Casi lloro del miedo.
― Si cooperas, prometo no hacerte daño. Agradecele a tu cara bonita hermosa, te ayudó mucho esta vez.
Casi vomito del asco. Con brazos temblorosos, extendí mis cosas hacia sus brazos. Lloré al recordar que allí iba mi paga semanal, misma que me costó mucho trabajo. Estaba a punto de perder mi departamento, pues pagaba la renta a duras penas. No quería hacerlo, pero no tenía ninguna opción a favor.
― Déjala.
Esta vez sí volteé rápido, para ver la cara de mi salvador. Bueno, solo faltaba un milagro.
La cara de mi salvador era mejor de lo que esperaba, pero ya no sabía que me había asustado más, si el asaltante o quién parecía ser mi salvador.
― ¿No me escuchastes acaso? Déjala he dicho.
― Y tú quién te crees, ¿Mr. Increíble? Yo la vi primero, es mi botín. Consíguete la tuya.
El hombre no se inmutó― Qué respuesta tan errónea, aunque no podía esperar algo mejor de ti. Se nota a leguas que eres un idiota.
