|10|AMELÍ

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Julio del 2025

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Julio del 2025

El rayo de luz solar y el cálido viento que azota mi cara hace que suba mi edredón hasta mi cabeza para seguir durmiendo sin más molestias. El olor a menta, bergamota y ládano me hacen suspirar y apretarme más contra la almohada con tal de aspirar profundamente el exquisito aroma. Es una delicia. No sé con qué detergente o suavizante han de lavar la lencería de cama, pero espero que no lo cambien. Este aroma me recuerda tanto a...

Mi cerebro finalmente se despierta y reacciona. Me levanto con el corazón acelerado y mis ojos recorren la desconocida habitación en la que me encuentro. ¿En dónde carajos estoy? Llevo mis manos por toda mi cara, toco cada parte de mi cuerpo en una rápida inspección de que todavía llevo mi ropa (a excepción de mis zapatos), no estoy adolorida y tampoco encadenada. Gracias a Dios. Obligo a mi mente a recordar en un intento de saber en dónde me encuentro.

Aunque una parte de mí lo sabe. Ese olor es tan inconfundible.

Tengo que seguir en el club, no hay otra respuesta. Después de haber cedido a darle una oportunidad a Anthon y la serie de besos que le siguió posteriormente, no pude moverme de su lado por más que lo quisiera, él no me dejó ni siquiera volver a mi silla.

Tuve que haberme quedado dormida.

Y ahora estoy en lo que presiento es su cuarto. Lo recorro con la mirada viendo que en todos los aspectos grita hombre soltero. Es tan grande como el mío en Roma, pintado con colores fríos en los que resalta el azul grisáceo y blanco; decoración minimalista siendo lo justo y lo necesario. El balcón ubicado a mi lado izquierdo es lo único que parece tener vida, con algunas macetas con platas y una mesa redonda de madera para dos. El único portarretrato que hay en la habitación es justamente el que se encuentra en el velador.

Dos hermosas mujeres rubias con ojos color avellana. Keira y su mamá.

"Cuando escuché que estabas aquí tuve que venir a verlo con mis propios ojos para asegurarme de que Crastern no me estaba tomando el pelo". Keira yace en el marco de la puerta con una sonrisa nerviosa en su rostro.

¿En qué momento llegó que ni la escuché?

Libero mi cabello de lo que presiento es un nido de pájaros y paso mis dedos en un intento de desenredar los nudos. Me duele el cuello. "La verdad es que ni yo sé cómo fue que terminé aquí".

La mandíbula de Keira cae de pavor. "¡Dios, voy a matar a mi hermano! ¡¿Él te secuestró?!", chilla iracunda.

Verla roja de enojo y esos ojos desorbitados que proclaman matar a cierto motero me da consuelo. No me equivoque con ella.

Salto de la cama y la detengo antes de que haga algo precipitado. "¡No! Vine por mi propia voluntad, hasta cierto punto". Encuentro mis zapatos sin el mayor esfuerzo y me los pongo.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora