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Septiembre del 201*

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Septiembre del 201*

—Luces preciosa. —Su cálido aliento impacta en mi cuello y sus suaves manos delinean el contorno de mi torso por encima de la blusa.

Lo veo a través de espejo mientras termino de ponerme mis pendientes.

>>Pero te hace falta algo.

— ¿Qué cosa? —Lo escudriño con la mirada.

—Esto. —Siento el delicado cuero ir subiendo por mis brazos—. De ahora en adelante debes portarlo siempre, pequeña.

Sonrío fascinada al ver que me queda a la medida. Me encanta. Aceptar su parche es un gran paso que he decidido tomar y del cual no me arrepentía en lo absoluto.

Mi motero me ve con una gran sonrisa de orgullo. Sé mejor que nadie lo feliz que está viendo aquella exclusivamente en mí. La forma perfecta para decirle al mundo que soy totalmente suya.

Que nos pertenecemos.

—Como órdenes, prez. —Volteo hacia él y me apodero de sus labios.

—En el almuerzo se lo informaremos a todos.

—Me parece perfecto. Ahora llévame a la universidad, detesto llegar tarde.

Él niega divertido y obedece.

*

Mis dos primeras horas pasan demasiado lentas para mi gusto, lo único que me reconforta es tener a Sophie a mi lado. Curiosamente, hoy Kasper no se ha aparecido, no sé si por miedo a una represalia de mi parte o porque otra cosa le surgió. Aunque lo raro es que ni siquiera me ha enviado un mensaje para decírmelo.

Algo que suele hacer siempre que no puede venir a verme.

Yo no puedo escribirle, es muy arriesgado que lo haga y lo que menos quiero es que él se metiera en problemas por mi culpa.

—Ahora tienes una hora libre, ¿verdad? —La pregunta de Sophie suena más a una confirmación.

—Exacto —respondo, mientras salimos del aula.

—Te odio, yo tengo mis seis clases de corridas —se queja, haciendo un pequeño puchero que me da risa.

—Oh, pobrecita —me mofo de ella, ganándome un golpe en el brazo de su parte.

— ¿Qué piensas hacer mientras? —pregunta curiosa.

—Iré por una porción de pastel de chocolate —digo sin dudarlo.

—Sigue así y te harás diabética.

— ¡Qué se te coma la lengua un ratón! —Tapo su boca con mi mano. Ella se carcajea al instante.

La acompaño hasta su curso y luego salgo del edificio, directo a la cafetería de la universidad. No camino más de tres metros cuando una especie de escalofríos recorre todo mi cuerpo, la sensación de que alguien me está vigilando se hace presente y mi sexto sentido hace que de inmediato fije mi mirada en la entrada principal de la universidad.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora