37 |Protector|

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Septiembre del 201*

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Septiembre del 201*

Días después.

Un día.

Solo queda un día para que todo el caos estallara. El Ceances se llevará a cabo mañana y yo solo espero que todo resulte como lo he venido planeando estos últimos días.

En el club todo ha estado marchando de lo más normal, ellos han preferido concentrarse en sus respectivos trabajos para así no pensar en lo que está a horas de suceder. Los entiendo y más que todo, los comprendo.

— ¿En qué piensas, pequeña? —Sus fuertes brazos me abrazan por detrás.

Coloco mis manos encima de las suyas y recuesto mi cabeza en su pecho. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera lo he sentido llegar.

—En nada importante. ¿Dónde te habías metido? —indago.

—Fui con Dyck a dejar a Keira a la casa de mi madre. Ellas irán a un lugar seguro por si se complican las cosas —me informa. Solo espero que eso no fuese necesario.

No quiero que ninguna de las dos salga lastimada, mucho menos Keira ahora que está embarazada. Nunca me perdonaría si por mi culpa le llega a pasar algo a su bebé.

Todo esto me está agotando. La preocupación e incertidumbre no me han dejado de perseguir toda esta semana.

—Supongo que Kei se resistió mucho a eso, ¿verdad?

—Supones bien, pequeña. Me habría gustado mucho que tú también te hubieses ido con ellas —susurra en mi oído.

Aquí va de nuevo...

Me volteo para quedar de cara a él, rodeo su cuello con mis brazos y compruebo una vez más lo agotado que se encuentra. Sus preciosos ojos mieles lucen cansados y llenos de preocupación.

Mi hermoso motero. Odio ser la causante de todo esto.

—Lo sé, pero no pienso dejarte solo con esto —le recuerdo. Nunca lo dejaría hacer esto sin mí. Yo lo metí en esto y es mi obligación sacarlo también.

Uno mis labios con los suyos, mi lengua reclama su boca y el sabor a menta y whisky me dan la bienvenida. Mi combinación favorita. Sus manos agarran con fuerza mi cintura y sin dejar de besarnos nos movemos hasta quedar sobre la cama. Es cuestión de segundos para que nuestras prendas terminen en el piso. Mi cuerpo se enciende y exige ser atendido. Los suaves roces de sus dedos sobre mi piel me enloquecen.

—Amo cada parte de ti, pequeña. Tu piel suave y con ese aroma a coco con caléndula que tanto me fascina. —Su nariz roza mi cuello, mordisqueando centímetros de mi piel—. Eres mi droga personal.

—Anthon... —gimo suavemente.

Sus manos descienden sobre mi cuerpo, comenzado a explorar una vez más lo que él perfectamente ya conoce. Amasa mis senos con una lentitud que me consume, sus labios húmedos tiran de mis pezones, poniéndolos erectos al segundo. Mi espalda se arquea y jadeo con fuerza. Su tacto y todas las sensaciones que me provoca son tan intensas que no lo resisto.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora