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Octubre del 201*

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Octubre del 201*

<<Quiero que se aleje de mi hija, Sr. Collins>>. Mi mente no deja de repetir una y otra vez aquella absurda petición.

Su postura firme y sin rastros de broma no dejan a duda que está hablando muy en serio, sin embargo, me es imposible no echarme a reír

¿Qué me aleje de mi mujer? Ni por todo el oro del mundo.

Que Dios y mi mujer me perdonen, pero mi suegra está realmente loca si piensa que haré algo como eso.

He tomado muchas malas decisiones en mi vida y esta sería la peor estupidez de la que me arrepentiría toda mi maldita existencia.

Pero a pesar de todo eso, el miedo y el pavor me invaden por completo.

Sí, miedo.

Porque la mujer que yace sentada frente a mí es una de las pocas personas capaces de separarme de mi mujer, pues sé perfectamente lo importante que es su familia para mi pequeña. Si ellos no aceptan nuestra relación, las discusiones y los conflictos nunca acabarían entre nosotros.

Y eso es lo que menos deseo

No dudo de los sentimientos de mi mujer hacia a mí, pero también estoy muy consciente que nuestra relación la podría poner entre la espada y la pared. Tener que escoger entre su familia y yo es una gran posibilidad si ellos a la final no me aceptan y, a pesar de saber su respuesta, quiero todo, menos, ponerla en una situación semejante.

No soportaría verla sufrir por eso.

Suelto una gran bocanada de aire que no sabía que mantenía contenida. Mi querida suegra sigue manteniendo su pose imponente y autoritaria, expectante a cualquier reacción de mi parte. La contemplo por algunos segundos, fijándome en lo gran parecidas que son ella y mi hermosa mujer. Es el vivo retrato de su madre.

—Sabía que me pediría algo semejante —la confronto, rompiendo el silencio—. No esperaba que aceptara nuestra relación de buenas a primeras.

Una amplia sonrisa se plasma en su rostro. Se levanta en el acto y camina directamente hasta la licorera de madera. Me sorprendo al verla servirse una copa de coñac.

—Nunca dije que lo aceptaba —aclara, tomando un sorbo de su bebida—, como había dicho... no estoy en contra de su relación.

— ¿En serio? —pregunto con cierta ironía—. Pero si me está pidiendo que me aleje de su hija, ¿Cómo se supone que tome eso? Porque esa petición es un claro ejemplo que no está a favor de nuestra relación.

La sigo con la mirada mientras la veo recorrer toda mi oficina con suma lentitud.

—Tienes razón... lamento que se diera a entender de esa manera, Anthon. —Detiene su caminar para observar con minuciosidad el gran cuadro en el que aparecen los primeros miembros del club.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora