32 |Segunda caja|

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Septiembre del 201*

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Septiembre del 201*

La contemplo dormir como la verdadera diosa que es. Su segundo nombre la describe a la perfección; ella es toda una diosa de la juventud. Su blanca piel perlada totalmente desnuda me deja apreciar cada uno de sus hermosos atributos. Ella ya es toda una mujer, mi mujer.

Las ganas de tomarla por cuarta vez me consumen en segundos, mi polla está dura y lista para reclamar nuevamente lo que es suyo; solo me basta verla para que mi cuerpo reaccione al instante. Pero me obligo a mantener a raya cualquier instinto carnal, ella necesita descansar luego de la placentera noche que tuvimos y yo tengo que ir por lo que le prometí.

Me levanto de la cama procurando no despertarla. La imagen que tengo ante mis ojos es digna de ser venerada, así que sin pensarlo mucho la capturo en una fotografía; una que podría ver las veces que yo quisiera en mi celular. Recojo nuestras ropas que aún yacen en el suelo y la pongo en el canasto, tomo un baño y me visto. Le doy una última mirada a mi pequeña y al comprobar que aún sigue dormida, salgo de nuestra habitación.

—Hasta que al fin mi queridísimo hermano se ha dignado en bajar. —Keira se planta frente a mí con una cara de pocos amigos. Ella está furiosa.

No es para menos, no después de lo que hice ayer.

—Keira... yo...

El fuerte golpe en mi abdomen me hace callar al instante, mi dulce hermana me ha dejado sin aire. Dyck se acerca a paso apresurado en un intento de poder ayudarme, lo único que puedo hacer en estos momentos es tratar de llenar mis pulmones de aire lo más que pueda.

Los demás presentes en el comedor me miran con preocupación y un atisbo de curiosidad.

— ¡Es lo menos que te mereces por hacer de mi evento un lugar de boxeo! —Yo no puedo más que darle la razón.

Quizás y hasta le haya jodido la sociedad con el imbécil ese.

—Lo siento, hermana —es lo primero que digo. Tratando de respirar normalmente—. No era mi intención arruinarte tu día. Espero no haberlo jodido...

Otro golpe se deja sentir en mi hombro. Dyck la sostiene por detrás antes de que siga mulléndome a golpes. Keira embarazada es mucho más violenta.

— ¡Claro que lo has jodido! —espeta molesta, intentado zafarse del agarre de mi VP—. Agradece que haya podido evitar que tu ataque de celos no haya salido en la primera plana de las revistas de farándula, pero, sobre todo, agradece que Kasper Bech no haya decidido romper nuestra sociedad.

Cada palabra sale de su boca con evidente enojo.

Me siento mal por haberle hecho pasar ese momento a mi hermana después de todo el esfuerzo que puso para que el evento saliera a la perfección. Aun así, no me arrepiento de lo que hice.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora