45 |Suegro|

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Octubre del 201*

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Octubre del 201*

- ¿Vas a seguir ahí parado observándome o me vas a ayudar a ponérmelo? -Voltea hacia donde estoy y me extiende el collar.

Alargo una sonrisa al ver que se ha dado cuenta de eso, pues desde que comenzó a arreglarse no he dejado de contemplarla, guardando en mi memoria cada gesto, cada acción...

Me acerco hasta quedar a escasos centímetros y agarro el delicado collar, ella voltea para darme mayor facilidad y se lo pongo sin despegar nuestras miradas que se conectan a través del espejo.

-Listo, cariño. -Dejo un beso húmedo sobre su cuello, perdiéndome en el embriagante aroma de su piel.

La siento estremecerse en el acto.

>>Caléndula y fresa... me encanta ese olor en tu piel, pequeña.

-Lo sé... me lo has dicho muchas veces. -Se aleja rápidamente con la respiración agitada. La veo dirigirse hasta nuestro armario del que extrae un elegante vestido verde esmeralda de terciopelo.

Siento mi erección endurecerse y apretarse contra mi pantalón cuando la veo despojarse de su albornoz. Trago en seco. Por amor a todos los dioses.

Mi mujer me quiere hacer perder los estribos.

Lleva puesto una jodida lencería de encaje que deja mucho a la imaginación. La lujuria pura se apodera de mí. Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarme sobre ella y hacerla mía en este jodido instante.

-Si me sigues mirando de esa manera probablemente no saldremos nunca de esta habitación. -Mujer malévola y provocativa, sabe cómo sacar provecho de sus dotes... de cómo tentarme.

Se coloca el vestido que tan bien se le ciñe a su cuerpo. Luce preciosa. Lleva recogido su cabello en una perfecta coleta alta, despejando su rostro de cualquier rebelde mechón. Su maquillaje es sencillo y tan natural como ella, resaltando únicamente sus deliciosos labios con un labial rojo intenso.

Tiene que ser un pecado ser tan hermosa.

Soy un hombre con mucha suerte.

-Joder, pequeña... no me la estás poniendo nada fácil...

-Prometo que cuando regresemos te lo compensare. -Sonríe con picardía, tomándome del cuello de la camisa.

Roza sus labios con los míos incitándome a besarlos, pero antes de que lo haga, baja su mirada y comienza a anudarme la correctamente la corbata.

Es una provocativa, y como amo eso de ella.

-Se te hizo costumbre, ¿verdad?

-Es tu culpa, me encanta que seas tú quien lo haga.

-Bueno... a mí me encanta hacerlo. -Besa castamente mis labios cuando termina de hacerlo y limpia cualquier rastro de lápiz labial de ellos.

-Y mi querido suegro... ¿Cómo es? -le interrogo, mientras la ayudo a colocarse sus tacones.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora