48 |Dolor|

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Octubre del 201*

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Octubre del 201*

— ¿Crees que puedas dejar de caminar de un lado para el otro? —pide Alice irritada, mientras se sienta en su largo sofá—. Me estás mareando y de paso me pones nerviosa.

— ¿Lo siento? —Ella pone sus ojos en blanco ante mi sarcasmo—, pero es que tú no estás en mi situación. —Detengo mi caminar, parándome frente a ella.

Observo con diversión su infantil pijama de ositos y sus pantuflas del mismo modelo. Luce demasiado tierna —algo que nunca ha sido—. Es casi medio día y mi querida mejor amiga a penas y está desayunando cereal con leche como toda persona normal —nótese el sarcasmo—. Dos semanas han pasado ya desde que conocí a mis suegros y el día de llevar a cabo mi plan finalmente llegó.

Solo que no sé con exactitud aún cual es, por eso decidí venir a la casa de Alice en busca de su ayuda. Ayuda que no me está dando en lo absoluto.

—Déjame decírtelo por quincuagésima vez... Te. Lo. Dije —alardea una vez más, poniendo énfasis en cada palabra—. Si hubieses dejado tus estúpidos negocios nada de esto estuviera pasando, pero no. Anthon Collins nunca hace caso —brama molesta, terminando el contenido de su plato.

Alice ha gozado amenamente en recriminármelo todo este tiempo. Está encantada con hacérmelo saber, ha sido su juego favorito desde entonces. Pero es mi culpa por darle los motivos suficientes para que lo haga.

Jodida suerte que tengo.

—Diablos, Alice. En serio necesito que me ayudes, después tendrás el tiempo suficiente para seguir retándome lo que te reste de vida.

Aquello parece entusiasmarla mucho.

Se levanta del sofá y se dirige hasta la cocina para dejar su plato sobre el lavavajillas. Ata su rebelde cabello en un moño alto y camina en un completo silencio hasta quedar a escasos centímetros de mí; se cuza de brazos y fija su irritante mirada sabelotodo en mi persona.

Joder.

—No sé por qué te complicas tanto, Anthon. Tú mismo me dijiste que prefieres decirle la verdad antes de llevar a cabo tu tonto plan. Algo que por cierto me parece muy sensato de tu parte. —Palmea repetida veces mi hombro a modo de felicitación.

Por primera vez en lo que va del día, parece no burlarse de mi situación.

—Gracias... aunque sigo en el mismo punto, Alice. ¿Crees que ella lo entienda?... Que entienda que lo mejor por ahora es separarnos.

Alice se limita a observarme por unos largos segundos sin ningún tipo de expresión, dejándome saber que está pensado lo mismo que yo.

No. Mi mujer es una testaruda sin remedio.

—La vas a tener muy difícil, querido mejor amigo. Pero tengo fe en ti y sé, que encontrarás la manera de convencerla —me alienta.

—Eso espero, Alice, porque no sabría qué hacer si no.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora