55 |Vengativa|

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Febrero del 201*

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Febrero del 201*

Anker me agarra de la mano rápidamente antes de que pueda subirme al auto de Lucas. Sus intensos ojos azules me miran con cierta chispa de preocupación.

Intuyo la razón.

—Amelí, sabes que él desatara el mismísimo infierno si te vas con ese chico —declara, mirando sobre mi hombro con algo de molestia.

—No tiene por qué saberlo —menciono, encogiéndome de hombros sin importancia.

—Tarde —dice rápidamente—. Lo más seguro es que ya lo sepa. —Apunta con su cabeza hacia un lado, sigo con la mirada a la dirección que me señala y puedo distinguir a uno de los prospectos vernos fijamente.

Debe ser una jodida broma.

Olvidé por completo al perro guardián que tengo cuidando y vigilando cada paso que doy, y todo... por los simples caprichos de un estúpido motero.

Respiro profundamente para no ir y ahorcarlo.

—Te recomiendo que le informes a tu presidente que se mantenga al margen de esto, de lo contrario... —Avanzo unos cuantos pasos hasta quedar a pocos centímetros de él—. Tendrás a uno gravemente herido en el hospital —le susurro en advertencia.

Sin nada más que decir, subo al auto de Lucas. Miro por el espejo retrovisor como Anker sigue viéndome fijamente, esperanzado de que me baje del auto y no complique las más cosas, pero que ni crea que lo voy a hacer.

Anthon bien y puede hacer lo que se le dé la gana, claro... sí es que yo se lo permito.

—Vamos, pregunta. —Rompo el silencio cuando se detiene en un semáforo rojo—. Sé que te mueres por hacerlo. —Apoyo mi cabeza en la ventana, dirigiendo mi mirada hacia él.

Lucas esboza una sonrisa cuando doy en el clavo.

— ¿Es quién estaba hace un rato contigo? —interroga, no me hace falta preguntarle a qué se refiere.

—No —respondo enseguida.

—He de suponer que tus hermanos no lo saben —musita—, puesto que él sigue con vida y tú no estás en un convento —indica divertido, poniendo el auto en marcha.

Pongo los ojos en blanco.

—Si la actuación ya no es de tu agrado, bien y podrías dedicarte a ser adivinador... se te da excelente —digo con ironía.

—Lo tendré en mente. —Me mira por unos segundos, dándome un guiño para luego volver a concentrarse en la carretera.

Nos mantenemos en un cómodo silencio hasta llegar a un restaurante estilo rústico ubicado en el centro de Londres; como todo un caballero me abre la puerta y me ayudan a bajar del auto. Su presencia no pasa desapercibida por las personas a nuestro alrededor así que no dudo que en pocos minutos muchos paparazis estén sobre nosotros.

LLEGADA DE AMOR |LIBRO 1: CLAN BERTINELLI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora